Juan Daniel Elorza es productor colombiano y está elaborando un trabajo que engloba un disco, una exposición y un documental sobre los charros en México y en Salamanca. La vinculación que existe entre ambas cultura
¿Qué le hemos aportado los salmantinos a los charros mexicanos a parte de la filigrana?
La filigrana es tal vez lo que menos…
¿De verdad?
Sí, porque ha cambiado muchísimo. De hecho, la filigrana que hay en México es más de origen árabe que la propia charra. Pero, el aporte es bastante grande, tal vez el charro de Salamanca, en este momento, no está asociado al caballo, a las labores camperas,… Esta vinculación se perdió hace 50 ó 60 años, pero sí que existió durante muchísimo tiempo. Tal vez es más antigua la vinculación del charro al caballo y al campo charro, que la Universidad misma. Eso fue lo que pasó de aquí hasta allá.
¿Hubo mucha emigración salmantina a México?
Sobre todo a dos zonas. A la península de Yucatán, porque Francisco de Montejo, casado con una de las Maldonado, viajó con Hernán Cortés, porque lo conoció en Salamanca y se aventuró a irse con él. Montejo consiguió una licencia para ser adelantado de Yucatán y conquistar esa península. Reunió capital y pobló con salmantinos esa zona, como no tenía metales preciosos, que era lo que buscaban, lo que hizo para sacarle provecho económico fue implantar un modelo de ganadería extensiva parecido al que tenían en Salamanca.
¿Y la segunda zona?
Sería la zona del Bajío, ahora el Estado de Guanajuato. Aquí, llegaron salmantinos, porque autorizaron al V Conde de Monterrey a poblarla, además fue virrey de México, de la Nueva España. Así, nace la ciudad Salamanca en Guanajuato como un núcleo urbano de asentamiento ganadero. Digamos que en ese sentido tiene mucha relación, porque parte del ganado que fue, del saber hacer del ganado era salmantino.
Por curiosidad, que hace un colombiano estudiando a los charros mexicanos y salmantinos.
(Risas) En toda Latinoamérica y más en Centro América y quizá en particular Colombia, la influencia mexicana fue muy grande en la primera mitad del siglo XX, sobre todo por el cine y la música de las rancheras. Crecí escuchando rancheras. De hecho, nuestra música popular tenía muchos rasgos de la mexicana.
¿El vallenato?
No, no,… el vallenato es muy sectorizado, es más de la zona del Caribe, frontera con Venezuela. De hecho, en Colombia también tenemos una zona de influencia charra que se encuentra en los Llanos Orientales. Me he dado cuenta por la música, porque oía mucha música llanera, que muchos de los versos que le atribuyen a la tradición oral indígena resultaron ser versos castellanos, medievales. También fueron personas de aquí las que metieron el caballo y las vacas en esa zona de Colombia. A mí siempre me gustó la cultura charra, cuando llegué a Salamanca me di cuenta que había otros charros. En ese momento no piensas que podía haber salido de otro lugar, porque para nosotros los charros originales eran los mexicanos. Por eso, comencé a investigar y a averiguar lo que había ido y venido de México a España y de España a México.
¿Qué nos han aportado a nosotros los mexicanos?
Los emigrantes iban y venían. Uno tiende a pensar que sólo llevaron a México, pero hay que saber que allí también había personas que eran españolas, cuando tenían que venir traían frutas, vegetales, telas, motivos decorativos,… El proyecto va un poco en ese sentido, mirar que las cosas viajaron en los dos sentidos.
¿Cómo ha evolucionado el charro desde hace cinco siglos hasta ahora?
El charro salmantino se deformó mucho después de la Guerra Civil, porque se habían perdido muchas cosas y la sección femenina de la Falange Española unificó elementos que se estaban perdiendo, pero al estandarizar dejó perder muchos otros. Utilizó la figura del charro como un instrumento político, como las folclóricas en Andalucía. Los Coros y Danzas era un canto al régimen y también estaban muy interesados en difundir estos elementos, pero dejaron perder otros, que se han malogrado para siempre.
¿Qué se ha perdido para siempre?
Muchos trajes porque quedó estandarizado el traje charro, el que conocemos, que es una mezcla de los que había. Quizá fue un poco arbitraria su elección en ese momento, pero era lo que más fácil de conseguir. Había muchísima diversidad, casi cada pueblo tenía su propio traje.
Aquí se instrumentalizó la figura del charro, ¿Y en México?
También, porque después de la Revolución Mexicana sí que se comenzó a llamar charros a los hacendados, a los de las grandes haciendas del Porfiriato, de la época de Porfirio Díaz. Pero, en el momento que llega la Revolución Mexicana vieron que había mucha diversidad desde tribus indígenes, mestizos,… No había una imagen nacional común, por lo que se utilizó el estereotipo de charro como el nacional para que a partir de este punto, se construyera una unidad de un México mestizo. De hecho, la Charrería es el deporte nacional de México.
¿La Charrería?
La Charrería es parecido al rodeo americano. Todo el rodeo americano es ‘prestado’ de México. Son las mismas suertes, es enlazar caballos, domar yeguas, enlazar toros,… Los charros son el símbolo de México como tal. Son la tercera reserva del Ejercito mexicano,… Están muy metidos en la sociedad, aunque es una figura reciente, como símbolo nacional tiene poco más de cien años.
¿Cuándo comenzaron a asociarse los charros?
Emiliano Zapata desplazó muchos terratenientes, porque el Ejército del Sur acabó con muchas haciendas del Porfiriato. Estas personas, ya en la ciudad, recrearon un poco las actividades lúdicas que hacían en el campo. De hecho, la Charrería como fiesta nace en la ciudad, porque en el campo era una actividad lúdica que se hacía en el momento de los herradores, en las labores camperas. Ahora, es una cuestión de orgullo muy fuerte que aglutina todos los territorios de México.
¿Qué vamos a descubrir con su trabajo?
Este proyecto comenzó con un disco, después pasó a una exposición y lo último, en lo que estamos trabajando ahora, es el documental.
Háblenos del disco.
A mí me gusta mucho el flamenco y el que se hace aquí en Salamanca tiene mucha influencia de la tauromaquia andaluza. Por lo que hay una especie de divorcio entre el charro folclorista, que es salmantino hasta la médula, y el charro taurino que es más andaluz. Me puse a ver que se podían hacer canciones mexicanas con algunos de los ritmos de aquí. Lo que yo podía llamar flamenco charro, los canciones que hacen los gitanos charros. Contacté con algunos músicos y los convencí para que cantaran canciones de José Alfredo Jiménez en los ritmos de aquí. Así, el disco de canciones de la Charrería mexicana lo iban a interpretar cantantes charros, por lo que empecé a investigar hace dos años para hacer el librillo para el disco. Fue justo cuando me di cuenta que había mucha ‘chicha’ y que no se podía limitar a un disco.
Por lo que nace la exposición.
Sí. La exposición era para mostrar en México de donde había salido la tradición charra y por qué había evolucionado de una manera tan diferente en México y en Salamanca. Es un tema que no se investigado mucho. Hay un libro del salmantino Lucinio Hernández y una tesis doctoral del mexicano Héctor Medina publicado por El Instituto de las Identidades. Lo que ocurre es que los dos terminan diciendo cosas diametralmente opuestas.
¿Por qué?
Porque uno es salmantino y el otro es mexicano. (Risas) Héctor Medina termina diciendo que sí, que pueden estar emparentados pero en un sentido muy lejano, pero que no hay pruebas de que el charro mexicano venga del salmantino. Es cierto que es muy difícil encontrar pruebas. Nadie está diciendo que el charro mexicano derive genéticamente de los vaqueros salmantinos del siglo XVI, pero sí que se comparten elementos comunes.
¿Cómo cuáles?
Primero ambos son tipos a caballo y de sus trabajos en el campo, aparecieron actividades lúdicas y fiestas camperas. Y, segundo, son personas que al estar encima del caballo, su atuendo es distinto de los demás. Hay mucho barroquismo en los adornos. En los dos hay un ideario de identidad muy tradicionalista. Hay una idealización de la tradición muy fuerte… Todos estos elementos nos hicieron pensar que sería muy bueno mostrar cosas de aquí, como trajes ecuestres charros, en México. El tema de la Charrería allí está muy estudiado al ser una identidad nacional. Pero, siempre que hablan de la palabra charro, ellos hablan de la palabra, y dicen que en Salamanca se emplea para llamar al aldeano de estas tierras. Ellos siempre muestran la foto de una charra llena de collares o de un bebé o un niño ataviado de charro, pero no muestran hombres, que es el vaquero. Los trajes de los hombres son similares. Allí, cada región le aportó su artesanía y bordados propios, pero muchos de los motivos de los que se utilizan allí son muy parecidos a los de aquí.
¿Por ejemplo?
El pescado mexicano es la trucha que es un pez muy castellano y que también se encuentra en los bordados de aquí. Pero, también ves aquí a charros luciendo en la faja un pájaro de cola larga y aquí no existe, es el quetsal de allí. Hay elementos que se han combinado. Por lo que hablamos con personas para que nos prestaran piezas y montar la exposición. Cuando vayamos a presentar el disco en México llevamos la exposición para que vean lo que hay en común entre México y Salamanca.
¿Qué les ha frenado para poder presentar el trabajo?
El presupuesto. Hay muchas personas trabajando sólo por la fuerza de la idea, pero no ha habido un céntimo de nadie. Es un proyecto colectivo muy grande. La primera parte, la del disco, lo que llamamos flamenco charro, comenzamos con Nano, un guitarrista, que nos ha ayudado muchísimo en la parte de dirección musical. La parte flamenca la lleva Emilio Salazar y Mayalde la parte folclórica. Poco a poco, los mismos músicos nos iban diciendo que se querían sumar al proyecto desinteresadamente.
¿Cuál es su objetivo?
Grabar el disco aquí y presentarlo en México, pero estamos rascando de donde podemos.
¿Y cómo surgió el documental?
El documental surge porque queríamos hacer un dossier para presentar este proyecto, un vídeo dossier, porque es lo más sencillo de ver. Al estar rodando en el campo, nos dimos cuenta que era necesario seguir grabando y en estos momentos tenemos el largo ya rodado. En este momento, tenemos pensado montar un corto que sirva de dossier. La productora Jabuba se ha encargado de rodar el largo y con los estudios Coda tenemos grabados y masterizados los temas de la banda sonora del documental.
¿Qué les queda?
Rodar la parte de México. Necesitamos financiación para poder ir allí y completarlo.
5 comentarios en «Charros mexicanos y salmantinos: Tan lejos y tan cerca»
Súper interesante.
Solo una aclaración. Las suertes charras en México son 10. Y el rodeo Americano, es mucho menos amplio, el roping y el barrel, no se hace en la charrería mexicana, afortunadamente.
Si quieres saber del presente, pregúntate ¿y el pasado? Muy interesante.
Si quieres saber el presente, pregunta, ¿y el pasado?
Real
Sin duda en toda américa hay demasiada influencia española debido a la conquista, eso no se puede negar, pero desde mi humilde punto de vista creo que son totalmente diferentes