[dropcap]L[/dropcap]as elecciones de mañana domingo no resultan inquietantes en nuestra tierra, donde los resultados son más que predecibles, porque aquí todo es copiar y pegar, es decir, repetir el mismo protocolo que tantas veces nos ha conducido a la victoria: mucho paseo por la ciudad, algún mitin al que asisten las primeras figuras y, de nuevo, levante de gorra y rascada en la calva de los que piensan que “para lo que nos queda” que todo siga igual.
A eso hay que añadir la prosa de no pocos diletantes que encuentran ocasión propicia para salir a la palestra con alguna ocurrencia basada en “a mí me consta”, “me han dicho” o “a mí me parece”. Y se acabó, porque aquí lo que necesitamos es tranquilidad; los cambios y estrenos no van con nosotros, no vaya a ser que nos pongan el AVE o buenos hospitales, por no decir excelentes colegios, y tengamos que sufrir los mareos de la alta velocidad, desaparezcan “los enchufillos” para que nos operen o los niños “sepan demasiado”.
Nosotros a lo nuestro, a dormitar, que todos los que vienen con nuevas ideas son unos malditos que buscan nuestra desgracia. Menuda alegría nos vamos a llevar cuando todo siga igual: la Plaza en su sitio, el rio llevando el mismo agua, el tren de Madrid sin prisas, con mi primo en el Clínico para recomendarme y el “nene” sin abrirle mucho la mente que eso a la larga es malo. Que no nos vengan con cambios en los impuestos, que a nosotros nos encanta trabajar sin IVA que es lo importante.
Aquí hasta los debates son tranquilos, porque se pacta que de los asuntos vidriosos no se hablará ¡faltaría más!, porque esos desmanes solo ocurren en otros sitios, aquí todo es legal. ¡Ah!, que no se me olvide, de ir a votar, nada, que nos hemos metido en calores y no estamos para sofocos. Pero hay que ser educados y correctos si nos encontramos por la calle con cualquiera de los candidatos, sea cual fuere su partido, propiciándole abrazos efusivos, ánimos, palmaditas en la espada y una sonrisa de oreja a oreja, porque a nosotros nos gusta ser así de tranquilos y complacientes. ¡Uf! Se me ha echado el tiempo encima y voy a llegar tarde a mi partida de mus. Les dejo.