El desgaste del PP en las elecciones municipales y autonómicas ha sido extraordinario. El partido conservador, que llegaba tras tocar techo en 2011, ha perdido en estos comicios buena parte de su poder territorial.
La corrupción y la pobreza en la que sus recortes han sumido a millones de españoles le han pasado factura en estas elecciones, y ha recibido un voto de castigo.
El PP pierde Madrid (la capital y la comunidad), María Dolores de Cospedal también pierde la mayoría absoluta en Castilla La Mancha.
Valencia, otro feudo hasta ahora inexpugnable, también causa baja en la capital y en la Generalitat, fruto de los desmanes y la corrupción que ha aflorado.
En Extremadura vuelve a ganar el PSOE, aunque sin mayoría absoluta, y en Barcelona, Ada Colau, liderando Barcelona en Comú, le arrebata la alcaldía a CiU.
¿Y en Andalucía? El PP pierde las mayorís absolutas que tenía y ya no puede controlar ninguan de las ocho capitales si no pacta.