Un día después de las elecciones, el vuelco que se ha producido en Salamanca sigue digiriéndose.
Una digestión que es más pesada para el bipartidismo que tiene que analizar cómo se le han escapado 32.000 votos en el conjunto de la provincia de Salamanca que se han distribuido de tal manera que bastantes ayuntamientos cambiarán de signo y su gobernabilidad dependerá de los llamados partidos emergentes.
El PP se sigue desangrando en una tierra que tradicionalmente le ha sido proclive y ahora empieza a darle la espalda, tras décadas de una gestión que no ha soportado el contraste con el impacto de la crisis y la corrupción entre los salmantinos.
Tantos, que el PP ha perdido 24.656 votos, más que suficientes para perder mucho poder local.
El PSOE, por su parte, contiene la hemorragia, pero sigue cediendo electores. En esta oportunidad ha sumado 7.448 menos que en las municipales de hace cuatro años, de modo que no solo ha sido incapaz de aprovecharse del descalabro popular, sino que pierde apoyos.
Sin embargo, los resultados han querido que los socialistas recuperen algunos ayuntamientos importantes y que tengan opciones incluso de gobernar en Salamanca con el apoyo de Ganemos y Ciudadanos, los dos grandes triunfadores de los comicios.