La DGT ha comprado cincuenta radares invisibles, llamados así porque son muy difíciles de detectar por parte de los conductores.
Tráfico los está utilizando de forma experimental en las carreteras de Aragón y de Castilla y León, pero quiere extenderlos progresivamente al resto del país antes del verano.
Se trata de radares instalados, sobre todo, en coches Citröen C4 con escasas señales externas que puedan delatarlos.
Carecen de antenas aparatosas, y el dispositivo de control en si está oculto en la parrilla del motor en un hueco que hay sobre uno de los faros antiniebla, que en realidad es el flash de radar para que las fotos salgan con mayor nitidez.
Estos radares pueden captar infracciones en vías de múltiples carriles (hasta seis), en una dirección si el coche está en movimiento, o en los dos sentidos si está parado al lado de la carretera.
No obstante, se están utilizando, preferentemente, en carreteras secundarias.