Miles de salmantinos salieron un año más al campo para celebrar el Lunes de Aguas, una de las fiestas más arraigadas y más queridas por los salmantinos, que nació para festejar la primavera, luego para celebrar el final del destierro de las prostitutas durante la Cuaresma, y en los tiempos modernos, para hacer grupo y pasar un día de campo agradable.
Una de las zonas más concurridas, como es tradicional, ha sido el Puente Romano, donde los jóvenes camparon a sus anchas organizando un botellón de enormes proporciones. Un hormiguero humano donde el equilibrio entre alimentos sólidos y líquidos quizá estaba más descompensado a favor de estos últimos.
Allí había salmantinos mezclados con canarios, madrileños, extranjeros y todos los curisos que se han enterado sobre la marcha lo que se cocía en la ciudad y se asomaron para verlo. Llegaron y se quedaron, porque el ambiente era extraordinario.
En los entornos de la Aldehuela, los Jerónimos, el paseo Fluvial, la zona del Arroyo del Zurguén, Huerta Otea, la zona situada junto a la potabilizadora y el parque Miguel Delibes había un público más familiar y sosegado, pero todos han podido festejar un luminoso Lunes de Aguas.
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