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Un Fonseca maldito

Un grabado del mercado en la Plaza Mayor de Medina del Campo.

[dropcap type=»1″]A[/dropcap]ntonio de Fonseca entró de lleno en la historia de Castilla a través de una intervención censurable. Cuando se produce la rebelión en Segovia, la ciudad de Medina del Campo se opone a dejar salir la artillería de la ciudad, y los realistas intervienen de inmediato. Dos personajes comandan las tropas: el alcalde de Corte Rodrigo Ronquillo y el contador mayor Antonio Fonseca. Antonio ordenó incendiar la ciudad. Intentó que fuera un incendio acotado, pero al final quedó toda Medina del Campo dañada, de tal forma que las tropas realistas tuvieron que retirarse para que la población pudiera dedicarse a salvar su vida y sus propiedades. Entre las edificaciones más dañadas por el fuego destacó el convento de San Francisco, lugar donde los comerciantes medinenses guardaban las mercancías que habían de ofertar en el mercado más importante de Castilla, el mercado anual, que tuvo que ser suspendido por los lamentables acontecimientos.

Estos desmanes producidos por las tropas reales produjeron un efecto contrario al deseado por Antonio Fonseca y Rodrigo Ronquillo, de tal manera que algunas ciudades que no habían mostrado interés por apoyar a las comunidades, desde ese día simpatizaron con la revuelta. Este fue el caso de Valladolid, que al ponerse del lado comunero hizo que cambiara la correlación de fuerzas.

[pull_quote_left]Intentó que fuera un incendio acotado, pero al final quedó toda Medina del Campo dañada, de tal forma que las tropas realistas tuvieron que retirarse para que la población pudiera dedicarse a salvar su vida y sus propiedades[/pull_quote_left]El incendio trajo consecuencias penales para Antonio Fonseca, señor de Coca y de Alaejos. Francisco Pérez Vargas, una vez terminado el conflicto de las comunidades, llevó a juicio la pérdida de sus propiedades por el incendio de Medina del Campo. Francisco era alcalde de la Real Chancillería de Granada y vecino de Medina cuando sucedieron los hechos. También era un realista convencido. Seguramente por su influencia en la corte logró que la denuncia prosperase y se investigasen los acontecimientos. Aquella indagación evidenció que Antonio Fonseca fue el autor moral del incendio y el alcaide de Alaejos, Gonzalo Vela Núñez, a las órdenes de Antonio, el autor material. También se señaló a Gutierre Quijada como colaborador.

Sin embargo, Antonio Fonseca y su familia, entre los que se encontraba Rodrigo de Messía y su mujer Mayor, los constructores de la Salina, fueron compensados por el emperador por apoyar la causa realista con múltiples distinciones y donaciones.

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