«Quien ama de veras sale de sí mismo. Quien sale de sí encuentra al amor» (Rumi)
[dropcap]P[/dropcap]ájaros volando. Me he quedado mil veces contemplando sus giros armónicos, perfectos, como trazados por un coreógrafo exquisito y espacial. Pájaros bailando al atardecer, pájaros volando en formación hacia destinos situados a miles de kilómetros de donde mis ojos ven. Pájaros que conocen las rutas del aire sin mapa, ¿dónde están escritas las carreteras de viento por las que mueven las alas?
Con todo, lo que más me llama siempre la atención son dos pájaros volando juntos. Dos. Se acompañan en una cadencia singular, uno al lado del otro, uno aparentemente por encima o aparentemente detrás. Danzan, voltean, cambian de sentido sin avisarse. No se dan las luces de intermitencia, no se gritan y, sin embargo, lo hacen a la vez. Es un entendimiento tan perfecto que me sobrecoge, me emociona, me conquista cuando estoy sentada en una terraza y pasan ante mí así, del viento en lugar de de la mano.
Yo creo que eso es el amor. El amor debe ser tal y como se aman los pájaros. Les une una comunicación distinta a todas las que yo he conocido, una comunicación que les permite avanzar al unísono sin entorpecerse. Ninguno le indica al otro por dónde debe encaminar su vuelo porque a ambos eso les sale de forma natural: «tú vas por dónde voy yo y yo voy por dónde vas tú, ¿qué más tenemos que saber o nos tenemos que preguntar?» Y únicamente van, van juntos. Y, sobre todo, van libres; ¿qué le impide a un pájaro darse la vuelta y salir en otra dirección totalmente opuesta? ¿quién le obliga a detener sus alas? Desde luego, no va a dejar el número del móvil. Se va… pero, en cambio, se queda.
Y sí, yo creo que eso es el amor: un poderse ir en cualquier momento pero, en cambio, un quedarse. Un quedarse con la libertad de un pájaro diciendo «tú vas por dónde yo voy y yo voy por dónde vas tú, ¿qué más tenemos que saber o nos tenemos que preguntar?» Y sí, creo que esa es la razón de por qué siempre me resulta tan perfecta su danza, tan armónica.
Porque se aman. Nada más.