[dropcap type=»1″]S[/dropcap]alamanca cuenta en la actualidad con dos rollos jurisdiccionales, monumentos en piedra que delimitaban territorios aforados. Uno, el más conocido, se encuentra en el alto del Rollo, en los jardines de la plaza del mismo nombre. Pertenecía al convento del Jesús, popularmente llamado de las Bernardas, monjas de clausura del Cister. Durante mucho tiempo estuvo en la entrada del convento, una vez pasada la puerta de acceso al cenobio. Posteriormente ocupó un lugar en la huerta monástica, en lo que hoy es parque de los Jesuitas. Desde el convento pasó a la plaza de Santa Teresa, enfrente del que fuera primer convento de carmelitas descalzas de Salamanca, fundación de la “Santa Andariega”. Desde allí fue trasladado al alto del Rollo, donde luce como símbolo del populoso barrio salmantino que lleva su nombre.
[pull_quote_left]Los rollos jurisdiccionales son monumentos en piedra que delimitaban territorios aforados[/pull_quote_left]El otro, el rollo jurisdiccional de los franciscanos, se encuentra en el centro del Campo de San Francisco, territorio que en parte perteneció al convento. Se instaló en este lugar cuando Jerónimo García de Quiñones realizó el parque. El rollo marcaba los límites aforados del convento, refugio al que se podían acoger los que huían de la justicia buscando la protección de la Iglesia. Su primitivo emplazamiento estuvo no muy lejos del actual, enfrente de la capilla de los capuchinos.
El rollo de San Francisco nos recuerda a un comunero singular, el “Guardián de San Francisco”, fray Juan de Bilbao, que fue un destacado miembro de la insurrección. El Guardián de San Francisco el Grande era en Salamanca una figura insigne, entre otras cosas se encargaba de llevar el pendón de la Inmaculada Concepción en los acontecimientos importantes de la ciudad. La última vez que salió a la calle con el estandarte de la Inmaculada, incitando a los salmantinos a la revuelta, fue en 1808, en los inicios de la Guerra de la Independencia.
[pull_quote_left]El rollo de San Francisco nos recuerda a un comunero singular, el “Guardián de San Francisco”, fray Juan de Bilbao, que fue un destacado miembro de la insurrección[/pull_quote_left]Las dos congregaciones mendicantes, dominicos y franciscanos, se asentaron en Salamanca en los inicios de la Universidad. Fueron las órdenes que acumularon más cátedras de teología y cánones, de tal manera que la mayoría de las asignaturas fundamentales de estas carreras estaban en manos de los frailes de ambos conventos. Este predominio universitario se dejaba ver en todos los ámbitos del alma mater. La Universidad nombraba al prior de los dominicos y al guardián de San Francisco el Grande, título equivalente a prior, miembros del tribunal que se encargaba de juzgar asuntos de importancia que concernían al Estudio. Eran pues dos personajes importantísimos de la Universidad, y por ende de la ciudad de Salamanca.
Teniendo en cuenta que frailes de los tres conventos más importantes Salamanca, dominicos, franciscanos y agustinos, estuvieron implicados en la revolución, se comprenderá la importancia ideológica de sus propuestas en la proclamación comunera.
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