La historia gloriosa de los seráficos salmantinos

Convento de San Francisco el Grande, por detrás. (Foto: El suelo de Salamanca)

[dropcap type=»1″]L[/dropcap]a importancia del convento de franciscanos de Salamanca trascendía los límites del reino. En sus dependencias se celebraron tres capítulos generales de la orden. El segundo de estos capítulos tuvo lugar en 1553, y fue sufragado por el canónigo don García Rodríguez, arcediano de la catedral de Salamanca. Esta asamblea contó con la presencia de seis mil frailes. En la despedida del capítulo, García Rodríguez regaló a cada uno de los asistentes un sombrero, unas sandalias y una caja en forma de estuche conteniendo un cuchillo, una cuchara y un tenedor.

El tercero de los capítulos se celebró en 1618. Los padres capitulares y sus acompañantes fueron agasajados por la nobleza salmantina y, sobre todo, por las dignidades de la Universidad. Agradecía así el Estudio salmantino a los franciscanos la aportación generosa de muchos de sus miembros a los claustros de doctores y profesores de todas las universidades del mundo, especialmente a la de Salamanca. Se encargó del acto el padre Tomás Hurtado, de los Clérigos Menores. En la sesión de la mañana se defendió la doctrina de Santo Tomás, y por la tarde la de Scoto. Las defensas se realizaban en el aula de cánones, actual paraninfo, por tratarse de la clase de mayor capacidad.

[pull_quote_left]Los franciscanos mantuvieron un conflicto con los jesuitas cuando estos últimos estaban construyendo el primero de sus colegios en Salamanca, hoy colegio Maestro Ávila…[/pull_quote_left]Este convento se convirtió en el panteón de las familias más ilustres. El infante don Fadrique murió en Burgos. Desde esa capital castellana sus restos fueron trasladados a San Francisco el Grande, donde recibió sepultura en el presbiterio, al lado del evangelio. También está enterrada en el templo su mujer y el hermano de Fernando III el Santo, el infante don Alonso, que murió en Salamanca en 1271.

Infantes, hijosdalgo y otros nobles reposaron en la iglesia y en el claustro de los franciscanos. Esta casa fue visitada por Fernando el Católico cuando perseguía a Rodrigo Maldonado, señor de Monleón, y por Carlos V, en 1534. El convento aportó a la Iglesia más de cincuenta arzobispos, obispos, inquisidores, confesores de reyes, y muchos santos y mártires que se distribuyeron por todos los confines de la tierra.

Los franciscanos mantuvieron un conflicto con los jesuitas cuando estos últimos estaban construyendo el primero de sus colegios en Salamanca, hoy colegio Maestro Ávila. La gran altura dada a las galerías del edificio hacía visible la huerta de los seráficos, observación que estaba prohibida por las ordenanzas municipales. Los franciscanos lograron que los jesuitas rebajaran, en parte, la altura que pretendían dar al edificio.

En el convento de los franciscanos tuvo lugar la discusión entre Francisco de Ribas, partidario del emperador, y los Maldonado comuneros. Tan encendida fue la discusión que llegaron a sacar sus espadas para combatir en territorio sagrado. Los amigos de ambos impidieron que las cosas llegaran a mayores. El prior de San Francisco el Grande, denominado entre los franciscanos El Guardián, fray Juan de Bilbao, fue un destacado comunero, como hemos dejado reseñado al hablar del rollo del convento.

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