[dropcap]Y[/dropcap] por fin llegó la tan esperada encíclica “Alabado seas”; título que procede de un verso del “Cántico de las Criaturas”, de San Francisco de Asís (1226). Ya sabíamos de este mensaje del Papa, que está causando gran impacto, por unas recientes declaraciones del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban-Ki Moon, en la última reunión de la Academia Pontificia de Ciencias.
La encíclica llega en el mejor momento, fundando su argumentación en las últimas evidencias del Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC), y dirigida (mejor que atacando) a las grandes corporaciones del carbono: las del gas, el petróleo, la hulla, etc. A quienes recomienda darse por enterados de que la sociedad humana tiene que frenar el calentamiento global y el cambio climático, para no destruir la creación evolutiva.
La encíclica es, además, un alegato frente a los negacionistas del doble fenómeno del calentamiento global y del cambio climático. Y creo que también es una proclama para influir en los escépticos del TL2: de quienes piensan que ya nada se puede hacer, porque las inercias hacia la catástrofe ya están avanzadas, ya que se ha hecho demasiado poco (too little), y porque se está haciendo ya demasiado tarde (too late).
[pull_quote_left]El Claustro de San Francisco el Grande en el antiguo hospital de la Santísima Trinidad[/pull_quote_left]El texto de la encíclica es de gran riqueza, y muestra de ello es la frase de que “la tierra, nuestra casa, parece transformarse en un inmenso depósito de inmundicias”. En lo cual, el Papa, parece evocar a Ernst Haeckel, el inventor del neologismo “ecología”, que significa, precisamente, el “estudio de la casa”; entendiendo por ésta toda la biosfera, la envoltura de vida de nuestro planeta. Y en lo relativo a las “inmundicias”, en esa palabra resuena la voz de Indira Gandhi que en Estocolmo-72 (la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio ambiente), dijo aquello de que “la miseria es la mayor de todas las contaminaciones del mundo”.
Una vez más, el Papa no ha defraudado. Y ojalá que esté en París, en la inauguración de la COP-21, con la “Summa ecológica” que acaba de proclamar.
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