[dropcap]L[/dropcap]a expulsión de los mercaderes del templo, es como se denomina al episodio en el que Jesucristo, en vísperas de la Pascua Judía, acude al templo de Herodes y al ver el patio lleno de mercaderes de ganado y cambistas de monedas, montó en cólera y con un látigo hizo huir al ganado y a los mercaderes. Pues bien, algo parecido a esto siento de vez en cuando; me explico.
Soy turista, lo reconozco. Me encanta viajar y visitar nuevas ciudades. Tal vez no lo haga tanto como quisiera por cuestiones de trabajo o dinero, pero me gusta mucho hacer un recorrido lo más amplio posible por la ciudad en cuestión en la que estoy en ese momento, a poder ser a pie, para poder ver todo con más tranquilidad.
Pero lo que no me gusta es que me fuercen a comprar cosas que ni quiero, ni necesito, ni me van a hacer recordar la ciudad o sus monumentos más de lo que puede hacerlo una fotografía. Estoy hablando de la venta de souvenirs, de la utilización del arte para sacar un beneficio. Si tenéis la suerte, como yo de vivir en Salamanca, habréis notado que pasear por el centro es imposible sin ver cada dos pasos una tienda de la Santísima Trinidad, esto es, sudaderas de la Universidad, la rana en mil variantes y espadas, además de los que venden postales en la Casa de las Conchas y en el Patio de Escuelas.
Otra cosa que no me gusta es tener que pagar entrada por todo. Antes, podías ir paseando por la plaza de Anaya, siguiendo con el ejemplo salmantino, y terminar la ruta dentro de la Catedral Nueva, pero te encontrabas con que para entrar a la Catedral Vieja debías aligerar el bolsillo. En cambio ahora las puertas de la Catedral Nueva se encuentran cerradas si no pagas una entrada y lo mismo me sucedió hace unos días en la Catedral de León, con su torno giratorio incluido en la puerta. La excusa para cobrar por entrar como si se tratara de un After Hours es que hay que mantener el edificio y además ofrecen un servicio de audio guías que, en el caso de León contenía alguna errata. Lo que yo me pregunto es si una institución, sin teórico ánimo de lucro, que no paga IBI y que recibe una partida anual de los Presupuestos Generales del Estado necesita que se pague un canon especial para audio guías deficientes y el mantenimiento del edificio.
Que conste, que tampoco veo con buenos ojos que se cobre entrada en museos y exposiciones, el arte debe ser libre y de acceso gratuito, ya que se financia con nuestros impuestos. Todo lo demás es una mercantilización de todo lo artístico, es vender un producto, es poner precio a algo que no lo tiene. De todas formas hay que decir que hay honrosas excepciones como pequeñas exposiciones temporales que son gratuitas.
Volviendo al principio, me habría gustado ver la cara de Jesucristo si hubiera visitado la catedral de Notre Dame en Paris, llena de comerciantes y mercaderes, donde solo falta una barra de bar y un camarero sirviendo cañas.