La calle Libreros está considerada como una de las calles más simbólicas de Salamanca, ya que alberga el edificio histórico que le da fama a la ciudad y atrae a turistas y estudiantes de todas partes del mundo: la Universidad. Y, sin embargo, es una de las peor iluminadas del casco antiguo por las noches, lo que hace que muchos de esos turistas y estudiantes se lo piensen dos veces antes de transitarla o ir a alguno de sus múltiples negocios. Los hosteleros de la zona, principales perjudicados, no cesan de quejarse de este problema.
Durante los meses de verano el problema es menor, ya que hay más luz y más ambiente por las noches, pero en invierno la calle se convierte en una zona oscura y lúgubre que los transeúntes prefieren evitar. El problema, según los hosteleros de la calle, se debe a la falta de iluminación, algo que el Ayuntamiento debería haber solucionado hace tiempo. Las farolas de esta calle se encuentran solo en el lado derecho, no hay ninguna en el lado izquierdo, que es la zona de las terrazas.
Esta situación se debe a la intención del Ayuntamiento de que Salamanca tenga esa estética de ciudad medieval que le caracteriza, pensando que, de esta manera, la ciudad tendría más encanto turístico y autenticidad. “Solo les falta poner antorchas”, bromean los hosteleros.
El Ayuntamiento no responde
“Los turistas no se acercan porque les da miedo al estar la calle oscura y perdemos clientela en las cenas”, asegura Martín Castro, encargado del Restaurante La Luna. Pero los hosteleros ya hicieron una petición al Ayuntamiento e, incluso, al alcalde Mañueco en persona, quien respondió literalmente “lo vamos a estudiar”. Han pasado meses desde entonces y nada ha cambiado, pero el Ayuntamiento no ha querido dar su versión a requerimientos de La Crónica.

La indignación de los hosteleros va más allá, ya que “pagamos mucho por la terraza”, explicaba Ruth Sánchez, propietaria de la Chocolatería Valor, a quien le indigna que la calle de la Universidad tenga una iluminación “pésima” y tengan “gente comiendo a oscuras” mientras en la Rúa, tan solo unos metros más adelante, esté todo muy cuidado. Y es que en esta zona se paga el doble por tener una terraza, rondando los 1.000 euros.
“La gente intenta no pasar”, contaba también Javier Rivas, propietario del Ave Turuta, quien tuvo que poner los proyectores de la fachada mirando hacia la terraza para que sus clientes pudieran tener más luz. Javier Rivas no puede evitar comparar Salamanca con otras ciudades históricas y piensa que “en otras ciudades el casco histórico está muy cuidado, pero en Salamanca tienen normativas muy restrictivas para los negocios”.
El turismo
Salamanca es una ciudad que vive casi exclusivamente del sector servicios, tanto de los estudiantes que acuden por la fama de la Universidad, como del alto número de turistas que recibe cada año. Pero esas ganancias disminuyen si los negocios céntricos, y en este caso de una calle tan importante, comienzan a ingresar menos debido, paradójicamente, al intento de atraer más turistas con la estética medieval.
Los hosteleros, que ya se han quejado varias veces y no consiguen nada, se preguntan qué prioridades tiene el Ayuntamiento y si tiene pensado solucionar la situación para convertir la calle Libreros en un lugar que no parezca lúgubre por las noches y comience a tener el ambiente que se merece como calle de la Universidad.
Texto y fotos: Paula Castro Romo


















