[dropcap]C[/dropcap]aminar se vuelve difícil cuando se hace repetitivo. La intensidad deja de sentirse cuando la luz y tu vista se acostumbran a convivir en el mismo espacio.
La belleza deja de ser efímera cuando admiras Apolo y Dafne de Bernini en la Galería de los Borghese. El ruido deja de serlo cuando lo que se oye a través de tus auriculares te recuerda el mejor momento de tu vida. Cada uno con sus vicios, con sus silencios repetitivos. Cada uno con la energía que le quiere entregar a sus pasos. Vagamos por un mundo que desconocemos en busca de un placer oculto. Tenemos sueños, pesadillas. Ganas de conseguir lo intangible, de alcanzar las metas que no se encuentran a nuestro alcance. Creemos, luchamos, jugamos al póker con cada uno de nuestras confesiones intentando saber quién va de farol y quien realmente merece ser escuchado.
Deseamos lo que no poseemos y aborrecemos lo que ya tenemos. Ser caprichosos nos hizo dependientes, y la dependencia acabó con casi todo vestigio de humanidad. Somos osados, intransigentes. Creemos tener la razón en cada una de nuestras intervenciones. Y volamos. Volamos cuando ansiamos la libertad perdida, volamos cuando deseamos conocer otro lugar en el que quizá nos sintamos mejor. Inventamos rumores y nos reímos, en muchas ocasiones, del mal ajeno. La vida no es así. Vivir por convicción, mediante principios, ansiando llegar a un ideal de justicia. La vida es más sencilla de lo que la publicidad, las marcas, la televisión y la prensa nos lo quieren hacer ver.
Muchas veces me levanto pensando en cómo sería mi vida si hubiera nacido en otra época. Y entonces elucubro sobre cómo vería la idea que hoy tenemos sobre el amor Boticelli antes de pintar su Venus. Poco a poco te das cuenta de que la idea que se intenta inculcar no es la correcta. Ahora no importa un corazón, el verdadero punto de partida radica en un buen bíceps. Ya no buscamos cultura, ahora lo que nos mueve es saber cuántas horas se pasa al día la otra persona en el gimnasio o si se aplica mil productos corporales para parecer más sano.
Pero de pronto, te das cuenta, poco a poco y con miedo, cómo hay gente que viene para quedarse y otros que simplemente se pasean por tu vida. Me decía alguien hace poco que vivir no es tan difícil. Quizá tiene razón y somos nosotros los que nos ponemos trabas. Los que somos incapaces de luchar por mejorar lo presente y entregamos nuestras energías en intentar algo que, de antemano, sabemos que es inviable.
Por ti.