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Equus

Futuras mamás no rapadas (Campo da Cruz).
Futuras ‘mamás’ no rapadas (Campo da Cruz).

[dropcap]E[/dropcap]quus, el caballo… Me cuesta no hablaros de los caballos fósiles, esos importantes testigos del pasado. ¿Que por qué son tan importantes?

Mejor os lo explicaría Miguel Ángel Cuesta, el gran especialista, pero tuvo que dejarnos, llamado a ver sus criaturas en las praderas celestiales…

Él os contaría como hubo un tiempo, hace 50 millones de años, en que los remotos antepasados, rechonchos y pesados, se diversificaron por las selvas e interfluvios tropicales de la mitad occidental de lo que hoy es nuestra Península, aislada del resto de Europa, evolucionaron a su aire y se fueron sucediendo especies y familias hasta que fueron barridas por los cambios geográficos y climáticos. Después, en el Mioceno, hace unos 26 millones de años, otro équido primitivo, Anchitherium, proliferó en las sabanas, hasta que, en el último tramo de este periodo, fue sustituido por el Hipparion, ya más parecido a los actuales, pero aún con 3 dedos en cada pata. Fue el rey de los herbívoros en el Plioceno.

Llegó la era cuaternaria y con ella los caballos actuales, Equus, ya con un único dedo. En Arévalo encontré una mandíbula de Equus stenonis, la más antigua especie, en los estratos arenosos más altos. Está en Museo de Madrid.

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Maternidad (Curro de Boimente).
Maternidad (Curro de Boimente).

Pero dejemos los fósiles, de los que sólo conocemos los huesos, y vamos a los vivientes. El llamado «noble bruto» es, sin duda, el más hermoso de los grandes cuadrúpedos. No me extraña que la Humanidad haya sentido siempre pasión por él. Por su belleza, por su inteligencia, por su velocidad, por su utilidad. Cuando el Hombre y el Caballo se entendieron cambió por completo la existencia humana.

Cuando yo era niño y mi madre me llevaba a las procesiones de Semana Santa me daban pánico aquellos percherones de la Policía, tan grandes, tan altos, que en realidad no hacían ningún daño; sólo asustar y contener las aglomeraciones, bien manejados con pericia por sus jinetes.

Luego, más crecidito, no me sentí especialmente atraído por los que lucían en aquellas maravillosas Ferias del Campo que se celebraban en Madrid cada dos o tres años. ¡Cómo me gustaría volver a verlas!

Pero más tarde admire las manadas montaraces de las brañas asturianas, con los famosos asturcones, y de las gallegas. Y estuve varias veces, como espectador, en la Rapa das Bestas del curro de Santo Tomé, en Valadouro.

Los curros no sólo se emplean para el menester de la rapa. En cierta ocasión, en lo más alto de la sierra del Xistral, ayudé ocasionalmente en unas labores veterinarias a los vaqueiros que tenían un problema con una res. Estos curros funcionales son muy abundantes por las montañas galaicas, aunque están siendo sustituidos por casetas, mas resguardadas para el mal tiempo.

En el curro de Boimente tomé la costumbre de echar una cabezada en el coche, después de las copiosas comilonas gallegas en casa Granada, en Lobeiras. El vehículo estaba rodeado de yeguas libres como el viento, que se llegaron a acostumbrar a nuestra presencia.

Se podía así admirar a estos magníficos animales. ¡Con que solicitud vigilaban las madres a sus retoños, retozones! Con mucha lentitud, permitían que me acercase a ellas, pero nunca a su potrillos, siempre detrás. Un suave ronroneo, o un resoplido, me avisaba de que tuviese cuidado.

Los relinchos, alegres y juguetones, los daban las solteras (no sé que otro nombre dar a las yeguas que aún no eran madres), tan gráciles, tan ligeras… Coquetas y vaporosas, formaban el harén del macho, todo fuerza y poderío ¡Imponía respeto verle tan grande, tan… tan macho!

Les solía llevar manzanas, pero no conseguí que ninguna yegua, madre o soltera, me las comiese en la mano. En eso se diferenciaban de las de granja…

Pero una vez, en las brañas de encima de Lobeiras, me acerqué, muy despacio, a un harén. Las yeguas se alejaban lentamente al acercarme manzana en ristre. Me decidí a intentarlo con el macho, que hocicaba la hierba sin quitarme ojo.

¡Son de granja! (San Martiño)
¡Son de granja! (San Martiño)

Piano, piano, con la manzana delante, fui hacia él. ¡Y el gran macho aceptó mi obsequio y se retiró, pavoneándose alegremente ante sus admiradas novias!

Me hubiese gustado ver la mirada de ellas mientras el galán cogía la fruta de mi mano, pero he de confesar que estaba más preocupado de que no me mordiese a mí.

En otra ocasión un trueno repentino espantó a la manada. ¡Teníais que oír el retumbar del suelo bajo sus cascos!

En otra me contaron una historia, lejana en el tiempo, de un enorme garañón, negro y con una estrella en la frente que…

¿Queréis que os la cuente? !Pues esperad a la próxima semana!

3 comentarios en «Equus»

  1. Querido Emiliano,

    Tengo que decirte que a mi personalmente me gustan mucho más tus relatos que los documentales de la 2.

    Lo que más aprecio, a parte de la elección y la variedad temática, es ese toque personal que das a cada historia que, por ejemplo, se ve en el empeño por dar nombres a las cosas, como ese que dices aquí de solteras aplicado a una yeguas. Creo que deberías escribir un diccionario Emilianesco (Podríamos llamarlo así, ¿no te parece?) con términos de tu invención o, también incluyendo términos de uso común a los que tu has dado un significado propio. A ver si te animas…

    Por cierto que ayer pasamos por Villadiego, uno de esos pueblos que nada más mencionarlo ya hará saltar resortes en tu memoria. Quisimos ver el anunciado Museo Paleontológico pero resulta que la visita es común para toda la museística local: Pintura religiosa, antropología, paleontología. Después de indicarle al señor responsable que nos interesaba lo que más la paleontología y que no podíamos verlo todo porque la visita duraba una hora, le preguntamos que qué tenía de más notable, es decir aquella pieza que consideraba como más espectacular y nos dijo que una tortuga fósil. Lástima que no nos dejó verla si no hacíamos el recorrido completo. No obstante desde la puerta yo creí oir un grito como de tortuga que desde el interior del museo decía algo así como: ¿Sois de Salamanca? Recuerdos a Emiliano. Como te digo no estoy seguro del todo, pero por si acaso aquí te lo transmito que seguro que tú lo entenderás mejor.

    Un abrazo y hasta pronto,

    Emilio

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  2. Querido casitocayo: ha sido una pena que no la hayas visto. porque tengo una gran curiosidad de saber qué es lo que hay allí. Supongo que será la que estaba en Tapia de Villadiego, sobre la pila bautismal de la iglesia abandonada. ¿O será otra, bien recuperada? Porque de la que tenía la cola, no debe quedar ni eso, !el rabo!
    Un abrazo

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  3. Por lo que nos dijo el señor me da la impresión de que se trata de una nueva pero en cuanto me entere de algo te cuento.

    Un abrazo

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