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Del acopio al desabastecimiento hay un paso

La leche no se ha acabado en Salamanca, de momento
Leche en dos establecimientos salmantinos, el sábado a las siete de la tarde.

«La gente escucha noticias y entre el transporte y la guerra, abrimos por la mañana y a primera hora barren con todo», explica el empleado de un supermercado salmantino.

El miedo a un desabastecimiento que no se ha producido empuja a los ciudadanos a realizar compras compulsivas, acaparando cantidades desmesuradas de algunos productos, lo cual presiona la oferta existente y vacía las estanterías de los supermercados, y cuanto más pequeño es el establecimiento, antes se acaban los productos sobre los que se concentra la histeria del consumidor. Y cuantas más estanterías arrasadas se ven, más se extiende el desconcierto entre los ciudadanos y crece la bola de nieve.

Una cosa es vaciar las estanterías, que se reponen cada día (o varias veces al día) y otra distinta el desabastecimiento, la falta de determinados productos, algo que aún no se ha producido, de momento. Y los productos que más sufren la presión del consumidor asustado se remplazan con otras marcas (es el caso de la leche, por ejemplo), mientras que es más difícil encontrar aceite de girasol tras dos semanas de acopio.

Reposición de harina en un hipermercado salmantino, este sábado.

«A ver qué pasa el lunes», señala el empleado del supermercado algo desbordado por los acontecimientos.

Todo empezó con el miedo a quedarnos sin aceite de girasol por la guerra de Ucrania, el principal exportador de España, pero lo que el consumidor no sabe es que está pagando ya el triple por un aceite obtenido el año pasado, ya que la cosecha de girasol de este año aún tardará unos meses en llegar al mercado.

En condiciones normales no habría problemas de abastecimiento, pero mientras los envasadores encuentran otros mercados donde obtener el aceite de girasol que venía de Ucrania, veremos algunas distorsiones.

Lo que se pone cada día vuela en poco tiempo.

La leche en Castilla y León se está recogiendo a los ganaderos, según explicó hace algunos días una organización profesional agraria, y en una gran superficie salmantina quizá se echa de menos alguna marca, pero el consumidor dispone de otras de igual o mayor prestigio sin problemas. Al menos, hasta ahora.

«Quería coger cuatro litros de leche, pero no hay de la que yo llevo», le decía una mujer a su marido en el hipermercado donde las estanterías de lácteos estaban llenas. «¿Pero te hace falta?», le replicó el marido. «Pues, no, pero querría llevármela», apostilló ella.

La harina se agota en las estanterías, porque habitualmente tampoco dispone de demasiado espacio en los expositores, pero este sábado por la tarde se podía ver cómo se reponían existencias en un hipermercado salmantino. Ya pasó algo parecido con este producto en la pandemia.

La pasta, que puede ser el siguiente objetivo de los acaparadores desesperados, se encontraba en todas sus variedades.

Cosa bien distinta ocurre con los frescos, sobre todo, el pescado, porque los piquetes de camioneros huelguistas están actuando estratégicamente en los puertos de donde debe salir el pescado para el resto de España y si se les permite bloquear a los camiones, podrían producirse problemas de distribución esta semana. Y si no actúan los piquetes, en otras ocasiones la flota no sale a faenar porque el precio del carburante no lo hace rentable.

La histeria de estos días pone de manifiesto que del acaparamiento al desabastecimiento hay un paso o dos programas sensacionalistas de Tv.

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