La crisis de los ‘chalecos amarillos’ complica las relaciones comerciales entre Castilla y León y Francia, que generan un tráfico de 5.000 toneladas diarias, unas 160.000 mensuales con un valor de unos 510 millones de euros. La protesta, que lleva como símbolo esta prenda que los automovilistas franceses deben llevar en sus vehículos, arrancó como respuesta al impuesto al diésel, pero en pocas semanas se ha extendido al resto del país.