Salamanca es la sexta provincia de España que más población ha perdido en lo que va de siglo, un 6,53 %. El interior peninsular se vacía con rapidez y varios pueblos deshabitados se venden en su integridad, como Salto de Saucelle, que se ha ofertado por casi cinco millones de euros. Este pueblo surgió por la construcción del salto destinado a la producción de energía eléctrica, de manera que, salvo el paisaje de las Arribes del Duero, no tiene ningún otro atractivo de tipo histórico, artístico o antropológico. Sin embargo, y esto sí es terrorífico, en estas tierras de tantos y tan pequeños pueblos de origen medieval, la despoblación va a provocar la pérdida irremediable de enclaves que sí poseen un rico patrimonio. La diócesis de Salamanca, sin ir más lejos, ya busca fórmulas para preservar los templos de la destrucción, sin excluir la cesión a la Junta de Castilla y León, aunque no sé si esta podrá abarcar tanto.
Turra de Alba
Por los caminos de Turra
[dropcap]N[/dropcap]uestros pueblos agonizan sin remedio. Por múltiples razones, evidentemente, pero la verdad es que la España interior que otrora conocimos ya no resulta viable. El hábitat rural del occidente meseteño, constituido por muchos y pequeños municipios, está condenado a desaparecer. Quedarán unos pocos lugares, los que resistan, como centros logísticos para la explotación del sector primario. Pero nada más. Hoy en día, tan solo el arraigo o el anhelo de una vida tranquila podrían compensar la carencia de casi todos los servicios, aunque eso únicamente lo valoran algún tránsfuga de la sociedad apresurada y, sobre todo, los mayores que resistieron al éxodo rural que, cual hemorragia demográfica, ha continuado hasta el presente.