[dropcap]C[/dropcap]uando aquel día del 86 salí del despacho de la doctora Roldán, estaba hecho polvo. No sólo porque había estado muchas horas bajo una intensa iluminación para deshacer el mito de mi ilustre Filaria; es que me había dicho «que no entendía como yo me atrevía a salir a la calle teniendo los ojos en esas condiciones. Que un tropezón, un mal paso, podía provocar la rotura de mi retina, con ceguera absoluta irremediable».
Comprenderéis mi estado de ánimo. Llegado aquel mismo día a Salamanca, no me levanté al siguiente, preso de una profunda ansiedad, casi diría que depresión.
Estuve así varios días, sin pensar en otra cosa que en qué iba a ser de mi vida y de mi familia; sin ganas de oír ni ver a nadie. ¡Fueron unos momentos realmente difíciles!
Afortunadamente me di cuenta de que no podía seguir así. Y me acordé de algo que me salvó. ¿Queréis saber qué? EL AJEDREZ.
Desde hacía mucho, muchísimo tiempo, no había vuelto a jugar, pero no por ello abandoné su práctica. ¿Cómo? Pues resolviendo problemas de los llamados «de mate en dos jugadas».
Tenía yo un Manual, el de José Paluzíe y Lucena, donde había aprendido a jugar a los 12 años. Pero no voy a hablar de mis éxitos ajedrecísticos escolares. En aquel Manual hay un volumen dedicado a los Problemas.
En esto, como en toda actividad humana, ha habido sus genios, admirables por su capacidad e inteligencia. No tiene nada de particular que haya sus seguidores en todas las naciones. En España tenemos la Sociedad Española de Problemistas de Ajedrez (SEPA) que publica un Boletín muy importante a nivel internacional.
En aquellas dramáticas circunstancias en que me encontraba cogí un tablero y piezas y me puse, no a resolver, sino a componer.
Para los que no lo sepan la cuestión consiste en colocar las piezas de modo que al primer movimiento de las blancas, hagan lo que hagan las negras, la segunda jugada blanca es jaque mate. Y ese primer movimiento –la clave– ha de ser único.
Una vez planteado, ves todas la posibilidades y suele resultar que a alguna primera jugada negra no puedes contestar con mate. ¡No vale lo que has pensado! ¡ Tienes que desecharlo y volver a empezar! Añades o quitas piezas, y tampoco. ¡Y así una vez y otra, y otra más…!
El ir hacia delante y hacia atrás con esta distracción me tuvo ocupado varios días, hasta que conseguí el éxito. Mi alegría fue tan grande que, a partir de ese momento, vi el mundo de otro modo y busqué soluciones a mi gran problema, que había desocupado gracias a los de ajedrez: MIS OJOS. ¿Qué hice? Permitidme que os lo cuente otro día.
Lo importante de mi «ocurrencia» de hoy es haceros ver que puede que en algunas ocasiones la vida te machaque, que te encuentres hundido en la desesperación, que estés obsesionado con tu problema al que no ves solución. ¡Que todo está muy negro, sobre todo en las noches insomnes!
Puedes ponerte en contacto con un psicólogo. Te van a ayudar. Pero piensa que todo depende de ti, que tienes que distraerte. Y si es algo que te hace olvidar momentáneamente tu obsesión podrás estar capacitado para ver las cosas de otro modo y, quizás, encontrar una salida a tu problema.
A mí me fue muy bien gracias al ajedrez. Se me ocurrió enviar aquello a la SEPA, contando lo que me había pasado e inmediatamente recibí una llamada de un ilustre problemista, el mejor que ha habido en España, Alfonso F. Argüelles, emocionado por la carta que escribí. Mantuvimos contacto durante mucho tiempo, muy interesado él por mi salud ocular. Aquel problema se publicó en el Boletín de la SEPA y aquí os lo presento, por si queréis entreteneros. Con su clave comentada.
Pero con tanto problema de ajedrez y ocular me olvidé del nonato Gusi. ¡Y había que ponerle un epitafio! ¿Qué os parece éste?
Aquí un gusanito yace,
de Emiliano compañero,
pero como no nací, prefiero
que omitáis el «R. In Pace»
5 comentarios en «Mis primeros días sin Gusi»
Querido Emiliano,
Eres una caja de sorpresas. No sabía yo que tenías también este resorte del Ajedrez. ¿Elaboraste muchos problemas?
De todos modos no creas que nos vamos a dar por satisfechos con este final que pones a la filaria. Todavía hay tema para rato y si no lo vuelves a sacar por este foro, te lo recordaré. Me parece que hay cosas pendientes…
Te acabo de poner un e-mail para ver si sería posible una visita a la Sala de las Tortugas. Ya me dirás…
Un abrazo y hasta pronto,
Emilio
Fue una etapa muy interesante de mi vida. Sí. Planteé varios problemas y escribí un artículo sobre imposibilidad de posiciones en problemas. ¡Me están dando ganas de volver a ello, por lo satisfactorio que resulta luchar contra uno mismo!
Un abrazo
Bravo Emiliano.
Efectivamente, conocemos poco nuestro cerebro. Las maniobras de «distracción» constituyen una herramienta enormemente útil para «desatascar» circuitos persistentes e ineficaces.
Gracias de nuevo por darle vueltas de tuerca a los lunes !
Un abrazo
David
¡Tienes toda la razón, David! La vida me enseño a desatascar esas cañerías obstruidas por pensamientos negativos. Otra forma es mediante la ayuda de otras personas, pero no siempre es posible. Por eso es tan conveniente tener una distracción que, en un momento dado, puede sustituir a lo que nos obsesiona negativamente. Persistir en lo que nos daña puede causarnos una herida aún mayor.
Un abrazo
Emiliano, eres admirable.
Gracias