Opinión

Eso ya ocurrió

Carlos Sánchez Reyes.

[dropcap]T[/dropcap]ampoco sobra volver al recuerdo, especialmente, cuando éste se interrelaciona con las situaciones del día. Y si fechas atrás me referí aquí mismo al “cerrojazo de Monzón” para ilustrar que lo de Cataluña no había sido nada nuevo, aunque sí más contundente en Castilla y León, ahora ha vuelto a entrar en escena un motivo paralelo a otro episodio de nuestro pasado que, por ignorar u olvidar éste, incluso se está tildando como “innovación” y situación que ocurre “por primera vez”, fundamentalmente por parte de esa caterva de tertulianos que en gran mayoría creen saber todo de todo y con demasiada frecuencia apenas saben nada de nada.

Ha ocurrido que, a raíz de que Patxi López se haya sentado en la presidencia del Congreso de los Diputados, todo quisque pregona que se ha producido una situación nueva, la primera vez que un Parlamento es presidido por un miembro de un partido diferente al del partido más votado y, por ello, llamado a formar Gobierno. Pues, no: mentira, no es la primera vez. Eso ya ocurrió en el castillo de Fuensaldaña, sede de las Cortes de Castilla y León, el día 2 de julio de 1987. En esa fecha, en el sillón de la presidencia de las Cortes se sentó Carlos Sánchez Reyes. La entonces Alianza Popular, con José María Aznar como candidato, en las elecciones había empatado a 32 procuradores con el PSOE, aunque logró tres mil votos más. El CDS consiguió 18 procuradores, y se alzó en árbitro del gobierno.

Aquí el partido de Suárez ya no reprodujo el “cerrojazo de Monzón”, y AP renunció a la presidencia de la Cámara para votar al candidato centrista… Para que luego ahora venga el PP entonando salmodias sobre que si zumba y que si zamba, que si bla-bla-bla-bla.

[pull_quote_left]El laboratorio nuclear, el IPES, proyectado en el municipio de Aldeadávila de la Ribera era un laboratorio de experimentación, sin embargo, fue calificado constantemente por Aznar (también por el CDS) como “cementerio nuclear”. Esa mentira fue la que le permitió conseguir los votos suficientes para llegar a la Junta.[/pull_quote_left]Aquel principio de amistad derecha – centro (bien es cierto que con episodios tormentosos posteriores) fue lo que, en correspondencia, llevó a la presidencia de la Junta a José María Aznar el día 28 de julio, a sus 34 años, porque el CDS se abstuvo en la votación para permitir esa investidura, pues la derecha contó con el añadido de dos procuradores más de otras listas, uno de los cuales al poco terminó en la cárcel y el otro, en una revolera, incluso se cepilló a Miguel Ángel Rodríguez como portavoz del Gobierno. Y tiempo más adelante, dos miembros destacados del CDS –José Luis Sagredo como vicepresidente– se incorporaron como consejeros del Gobierno regional, ya en los tiempos finales de Aznar como presidente de la Junta, como consecuencia de marcharse a Madrid para presidir AP, a pesar de que hasta cuatro días antes seguía jurando y rejurando por activa y por pasiva que no se iría, que terminaría su compromiso con Castilla y León y su ilusión era buscar la reelección. Ya se vio dos días después en aquel septiembre del 89, cuando al llamar a su Ana Botella para informarla del acuerdo con Fraga le dijo, según él mismo: “Ya está”.

[pull_quote_left]En 1987 ya un Parlamento, el de Castilla y León, estuvo presidido por un presidente de un partido diferente al del Gobierno. Nada nuevo, pues, lo sucedido en el momento presente[/pull_quote_left]Algunos aún conservamos la mente activa y los archivos en orden, pero para quienes les flojee la memoria y para los que lo ignoren, ahí se hallan abiertas las hemerotecas, discotecas y videotecas, ahora más accesibles que nunca. En esos focos de información igualmente se puede acceder al motivo que llevó a Aznar a la presidencia de la Junta: la campaña campanuda que realizó en contra del laboratorio nuclear, el IPES, proyectado en el municipio de Aldeadávila de la Ribera. Aquel proyecto de la entonces CEE –hoy, Unión Europea–, absoluta y pésimamente gestionado por el Gobierno de Felipe González, que era un laboratorio de experimentación, sin embargo, fue calificado constantemente por Aznar (también por el CDS) como “cementerio nuclear”. Esa mentira fue la que le permitió conseguir los votos suficientes para llegar a la Junta. Y la mentira de aquel antaño hoy es aún más traslúcida y preñada con buenos resultados para sus bolsillos: José María Aznar es un destacado miembro del “lobby” nuclear que recorre el mundo para cantar las delicias de ese tipo de energía. Que se acuerden los que entonces lo votaron por la cólera que desplegaba contra el laboratorio-cementerio. Historia.

En fin, el retorno a lo que ya es historia nos permite poder indicar que en 1987 ya un Parlamento, el de Castilla y León, estuvo presidido por un presidente de un partido diferente al del Gobierno. Nada nuevo, pues, lo sucedido en el momento presente. Incluso se puede precisar que en esta tierra, en aquellos tiempos, se instaló una especie de “laboratorio” para ensayar situaciones que iban a desarrollarse más adelante, caso de la palabrería como elemento motor de la acción política en lugar de los hechos. Pero dejarlo anotado seguro que no sirva de nada, por supuesto, ante tanta “autoridad” como recorre el mundanal ruido de este país. Aunque algún día quizá cercano sea conveniente sistematizar todo “eso”.

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