Este martes ha comenzado el esperado juicio por el asesinato a tiros de Isabel Carrasco, expresidenta de la Diputación de León, en mayo de 2014.
Las acusadas son Montserrat González, de 60 años, autora confesa; su hija, Triana Martínez, de 36; y la agente de la Policía Local Raquel Gago, de 42. El fiscal pide para cada una de ellas 23 años de prisión por asesinato.
La autora confesa del crimen declaró en su interrogatorio que la víctima sometió a su hija Triana, también en el banquillo de los acusados en el juicio por el crimen, a una «persecución increíble» para hacerle «la vida imposible» y que por eso la mató.
González explicó que inicialmente su hija y «la Carrasco» tuvieron una buena relación tras conocerse, pero todo cambió en 2010 cuando la presidenta de la Diputación le propuso relaciones sexuales a Triana tras quedar en su casa y «todo fue mal». A partir de entonces es cuando, según dijo, empezó a hacerle la vida imposible a su hija. Así las cosas, en 2012 decidió matarla, una vez que fue reelegida presidenta del PP leonés, «porque iba a seguir haciendo eso» y tenía que escoger entre matar a Carrasco o ver morir a su hija, porque, según dijo, Carrasco había sido la culpable de varios casos de depresión y suicidio en su entorno laboral.
El fiscal ha insistido en que las tres acusadas «no están locas» y que lo que ha ocurrido es que sentían un «odio profundo» hacia Isabel Carrasco. Criticó que los defensores de las hagan hincapié en la «maldad» de la dirigente política del PP y añadió que aunque Carrasco perjudicara a la hija de la asesina confesa «eso no es justificación para matarla y menos de esa forma tan cobarde».




















