Los masones fueron una de las grandes víctimas de los sublevados en la Guerra Civil y durante el franquismo.
Cuando estalló el conflicto había en España 5.000 masones y mil de ellos fueron fusilados, según explicó este jueves Pere Sánchez Ferré, doctor en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad de Barcelona y miembro fundador del Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española, durante la entrega al Centro Documental de la memoria Histórica (CDMH) de 40.000 documentos sobre el exilio de la masonería española tras la Guerra Civil «que muchos historiadores están esperando poder consultar».
«En las zonas ocupadas por los sublevados asesinaron a todos los masones», señaló el historiador y masón.
Luego fueron objeto de una campaña de criminalización durante el franquismo que justificó su persecución por el régimen (la masonería colaboró con la República) y los culpaba de todos los males, junto a los judñios y los comunistas. Todavía hoy los masones tienen que luchar «por acabar con la fantasmagoría complotista» que se generó en torno a este movimiento.
«Seguimos los criterios de la masonería universal: la filantropía y la lucha por mejorar la humanidad«, señaló Sánchez Ferré.
Cuota mensual
Pese a su halo de misterio, «cualquiera» puede ser masón si algún miembro de la masonería lo capta «y paga la cuota mensual de 30 euros».
Lógicamente, se realiza una selección. «Somos ecuménicos, de ideas plurales. Se admiten hombres libres y de buenas costumbres y todo se hace con un fundamento espiritual», relata Sánchez Ferré.
No se admiten mujeres y la mayor parte de los masones englobados en la Gran Logia Masónica de España (unos 3.000) se encuentran en el arco mediterráneo desde Cataluña hasta Andalucía, y algo menos en Galicia y Asturias. En la zona centro del país tienen menos implantación.
El exilio
Pere Sánchez Ferré, doctor en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad de Barcelona y miembro fundador del Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española, habló este jueves en el CDMH de las grandes organizaciones de la masonería española, como eran el Gran Oriente Español, hegemónico en todo el país, y la minoritaria Gran Logia Española.
Lo hizo después de entregar 40.000 documentos originales pertenecientes, en su gran mayoría, al Gran Oriente Español en el exilio, desde la etapa de su ubicación provisional en Francia —febrero a julio de 1939— hasta los años setenta en México. Es el fondo documental de ‘Lucio Martínez Gil: la Masonería en el exilio’.
Lucio Martínez Gil fue Gran Maestro del Gran Oriente Español desde 1938 hasta 1955 y murió en el exilio mexicano en abril de 1957. Durante el transcurso de la Guerra Civil se persiguió de manera sistemática a los hermanos masones, a quienes se aplicó a partir de 1940 la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo. La guerra y la posterior represión de la dictadura de Franco obligaron a muchos masones a exiliarse, fundamentalmente a Francia y México. Muchos archivos fueron destruidos por las propias instituciones masónicas para evitar su incautación; otros fueron incautados y se conservan en el Archivo General de la Guerra Civil, ubicado en Salamanca.