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Opinión

Despoblación a dentelladas

la alberca
Uno de los pintorescos rincones de La Alberca.

[dropcap]L[/dropcap]os pueblos se quedan sin gente. Y las escasas gentes que permanecen en esos núcleos, en un enorme porcentaje, arrastran ya muchos años, se encuentran al borde de su desaparición, mientras que las personas en edades intermedias son reducidas y aún más escasos quienes cruzan la etapa de juventud…, e incluso más bajo el número de niños. Lo que ocurre en esos lugares lo plasmó de modo tan brillante como dolorido el escritor Manuel Rivas cuando señaló que en los pueblos ocurre que el centro social ahora es el tanatorio y que el más frecuente acto social es el entierro.  Atinado reflejo de la catástrofe demográfica que nos envuelve y esteriliza.

Recientemente se celebraron en Ciudad Rodrigo unas jornadas en las que se analizó la situación de despoblación que afecta al medio rural y, especialmente, al ámbito de la diócesis civitatense, que coincide con el oeste salmantino. En esas Conversaciones de La Colada –aplausos recios para Caritas y el sociólogo Javier Alonso Torrens, volcados en su organización– se analizó y se debatió con rigor sobre las situaciones y las causas que han llevado al hundimiento, sobre qué se está haciendo y que es lo que procede aplicar y desarrollar para cortar la sangría con la recuperación de la vitalidad en los núcleos rurales.

[pull_quote_left]Lo más frecuente es que tengan que enfrentarse, o tratar de rodear, situaciones como el aislamiento, el empobrecimiento, la soledad, la reducción e incluso carencia de servicios.[/pull_quote_left]Hay gentes que permanecen en los pueblos porque les gusta ese sistema de vida frente a otras opciones, pero cada día son menos, más bien se pueden señalar como escasos. Lo más frecuente es que los pocos jóvenes y quienes se encuentran en edades intermedias sigan al arrimo rural porque no les queda otro remedio, a pesar de todo. En todo caso, unos y otros –al igual que los viejos– lo más frecuente es que tengan que enfrentarse, o tratar de rodear, situaciones como el aislamiento, el empobrecimiento, la soledad, la reducción e incluso carencia de servicios. Y todo eso es lo que, a su vez, motiva el espanto de asentamiento y permanencia en los pueblos, lo que origina el “suicidio demográfico”.

Aunque –como se mostró en Ciudad Rodrigo– no falten experiencias esforzadas, llamativas e imaginativas que busquen aportar recursos y generar puestos de trabajo, sin embargo, el panorama es desolador respecto a la mera supervivencia en los pueblos. Es evidente que, para modificar esas situaciones, en muchos casos sus habitantes tendrían que implicarse en determinados esfuerzos. Pero la realidad es que a esas gentes se los ha conducido, ya desde antaño, hacia la dejadez en la búsqueda de proyección desde los propios gobiernos públicos, que han masacrado a los núcleos y al sector agrario. Gran parte de ese fenómeno social que debería figurar en primera línea de preocupación ha estado motivado porque la insensibilidad de los poderes públicos ha matado cualquier posibilidad de avance o, al menos, permanencia en los pueblos. Los destrozos han ido desde la paulatina e implacable supresión de servicios fundamentales, elementales, hasta el desamparo de gentes necesitadas de apoyo.

Con independencia de que no falte carga al Gobierno de la Nación, hay que dejar constancia de que corresponden a la Junta de Castilla y León las responsabilidades de la política referida a la situación poblacional en la Comunidad Autónoma. Desde 1987, en esta larguísima sucesión de tiempo, ha gobernado el mismo partido político. Y con ese marco político, ¿qué se ha hecho, qué se ha trazado, para evitar la catástrofe? Es bien evidente que lo que ha ocurrido ha sido acentuar esa catástrofe. Porque en este terreno, desde la Junta no se ha generado otra cosa que retórica, retórica y más retórica. Retórica…, y cada día más zarpazos y dentelladas a los pueblos, cuyas gentes contribuyen con los mismos impuestos que las de ámbito urbano, pero sin que cuenten con el mismo tipo de servicios. En los pueblos siempre se ha sido “muy sufridos”. Demasiado, lo que explica algunos de los males que tienen que sufrir.

[pull_quote_left]Entre las personas y el lobo, no debería resultar difícil la elección, especialmente cuando muchas de las personas que defienden el lobo claman contra la pobreza y la desolación de muchas gentes: pues el lobo es causa de pobreza, de mucha pobreza y desigualdad.[/pull_quote_left]Antes de cerrar. Hay un caso que ilustra esa incapacidad para entender al medio rural, porque ahora mismo reconcome a residentes en muchos pueblos de la provincia, ya que está contribuyendo a la ruina entre la incomprensión general. El lobo. El lobo resulta muy atractivo para amplios sectores de la población porque se impone la leyenda y la épica lobera que cuenta con quienes cantan los valores de esa especie. Pero en el campo los ganaderos están espantados por los destrozos en vidas y  haciendas que en los últimos tiempos viene originando la dentellada cruel del lobo en los costillares de ovejas y otros animales. La situación ha llegado a tal estado de cosas que no faltan gentes –además, jóvenes– que se plantean no seguir con la explotación y largarse del pueblo. Porque esa es la realidad: o las personas o el lobo. La grosera realidad es que están pudiendo el lobo y sus amparadores. ¿Que la Junta debe indemnizar a los ganaderos afectados? No piensan en lo que dicen quienes así afirman. Primero, la Junta no cumple, ni hay previsiones de que lo haga. Y aunque cumpliera, no parece posible que los defensores loberos puedan entender lo que representa en un atajo, en una piara, que el lobo mate por matar –porque sólo comerá “un cachito”– las ovejas que le venga en gana; eso supone que la hacienda del ganadero ha quedado reventada en su dinámica que ya es de mera subsistencia, aunque la Junta pagara a modo y en tiempo. Pero, además, los contribuyentes no debemos cargar con el peso de esas indemnizaciones simplemente porque el lobo campe a su real imperio. Búsquense soluciones en reservas o lo que sea para que ese animal cruel no destroce vidas como está ocurriendo ahora mismo. Entre las personas y el lobo, no debería resultar difícil la elección, especialmente cuando muchas de las personas que defienden el lobo claman contra la pobreza y la desolación de muchas gentes: pues el lobo es causa de pobreza, de mucha pobreza y desigualdad.

Cito el caso del lobo porque es un factor más, y hoy bastante notable, que explica la incapacidad y la incompetencia de la Administración regional para amparar al medio rural, al tiempo que la incomprensión general de la población urbanita y determinados movimientos sociales. Eso es lo que ha originado la catástrofe, auténtica catástrofe demográfica en tantos puntos del marco provincial salmantino.

— oOo —

2 comentarios en «Despoblación a dentelladas»

  1. Creo que el lobo es el menor de los problemas de la ganadería, ya que viene bien tener a un gran depredador para evitar los desequilibrios que hemos venido sufriendo. También quiero apuntar que el lobo nunca mata por matar, cuando mata 8 ovejas de una tacada es para alimentarse ese día y en los venideros, eso que mata por matar es una leyenda urbana que mucha gente del campo se ha sacado de la manga, como justificación para erradicarlo.
    Estoy muy de acuerdo, con lo que dices en tu articulo, que el o los gobiernos que han gobernado solo han utilizado la retórica para tratar el problema, pero de nuevo quiero apuntar que la endogamia ideológica le está pasando factura, y de lo que se siembra se recoge.
    Uno de los mayores problemas, es la inexistente red de transporte público, y es aquí donde al autor de este fabuloso articulo le lanzo un guante para que escriba sobre ello y las múltiples soluciones que existen para comunicar toda la provincia, por que para llegar a algunos pueblos por dicha red necesitarías en el peor de los casos dos días, cuando desde nuestra capital, Salamanca, en dos días te plantes mas allá de España.

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  2. » Entre las personas y el lobo, no debería resultar difícil la elección, especialmente cuando muchas de las personas que defienden el lobo claman contra la pobreza y la desolación de muchas gentes: pues el lobo es causa de pobreza, de mucha pobreza y desigualdad.»

    ESTE COMENTARIO es propio de personas con un grave desconocimiento del medio ambiente y su equilibrio faunístico, y demuestra insidia hacia un depredador necesario para regular el alto índice de ungulados.
    Quien hable de exterminio del lobo, así como de cualquier otra especie, no merece que se le autorice a publicar ese tipo de comentarios.
    No es más culto quien habla de erradicar a una especie animal, y el lobo, no es causa de pobreza. ES LA GRAN MENTIRA DE SIEMPRE y el recurrente pretexto de ganaderos, que sistemáticamente se niegan a adoptar medios disuasorios, que los hay, para en su caso, minimizar los daños de «CÁNIDOS», (no siempre lobos).
    Entérese, Sr. «culto», que para hablar de lobos, hacen falta conocimientos que usted parece no tener.

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