La adicción al alcohol es una enfermedad que afecta a un gran número de personas. Al estar socialmente aceptado su consumo, a menudo se olvida que es una droga y, como tal, produce adicción. Hablamos con José Juan Ávila, psiquiatra de la Unidad de Tratamiento del Alcoholismo del complejo hospitalario de Salamanca, quien nos explica cómo es esta enfermedad.
El perfil general del adicto es un varón de 43 años, trabajador por cuenta ajena y casado. Este perfil no ha cambiado en los últimos años pero sí se ha notado un incremento del consumo entre las mujeres y de casos que acuden antes a los centros de ayuda gracias al alto nivel de información de este servicio. En datos aproximados, reciben en torno a 200 pacientes nuevos al año y una media de 96 se curan.
Según explica el doctor Ávila, dependiendo de los años que lleve la evolución de la enfermedad, el adicto al alcohol puede padecer problemas sociales, vinculados, por ejemplo, a dar positivo en un control de alcoholemia o tener discusiones familiares más o menos violentas, así como problemas a nivel físico (hepatopatía, hepatitis, cirrosis…) y problemas con la justicia.
Aunque su problema pueda parecer en la mayoría de los casos muy ostensible, los alcohólicos “normalmente no se dan cuenta”, explica el psiquiatra. Es su familia, pareja o amigos quienes les conducen hasta los puntos de ayuda para iniciar una terapia. Sin embargo, desde la UTA explican que el paciente debe acudir voluntariamente.
Tratamiento
Una vez en la Unidad de Tratamiento, se les ofrece la ayuda necesaria a través de medicamentos que ayudan a disminuir el deseo hacia el alcohol y terapia, tanto individual como grupal, en la que les conciencian sobre el grave problema de su enfermedad y les proponen el tratamiento necesario. Este tratamiento tiene resultados muy positivos. Bien es cierto que 40 de las 100 personas que inician la terapia la abandonan, pero, quienes la terminan, logran un 80% de abstinencia posterior.
Pero, ¿qué lleva a una persona a esta adicción? Según José Juan Ávila es tan simple como “cuando uno empieza a beber con regularidad”, algo que es una costumbre social muy habitual. A partir de ahí las situaciones adversas por las que pasa el individuo se utilizan para beber más de lo normal. Debido a esto, la tarea de prevención del alcoholismo pasa por educar a la gente de que el alcohol es una droga y que actividades como botellones o la Nochevieja Universitaria no consiguen otra cosa que potenciarlo.
El número de adictos al alcohol en Salamanca no ha variado en los últimos años, es decir, el porcentaje de enfermos se mantiene. Esto es, en parte, una buena noticia, sin embargo, debido a la naturaleza de la bebida, es algo que parece que seguirá sucediendo de esta manera tan estable.
Texto: Paula Castro Morán