Opinión

La depresión infantil

 

[dropcap]U[/dropcap]n tema que va en aumento y preocupa a muchas familias por las consecuencias que tiene para los hijos.

Muchas personas piensan que  la depresión se da sólo en adultos, pero cada día se descubren más y más casos en niños y adolescentes, incluso algunos con terribles consecuencias como puede ser el suicidio.

Los padres tienen que estar muy atentos a los cambios que sus hijos pueden manifestar en un momento dado y que sin duda son los indicadores de la enfermedad:

  • Tristeza permanente y por largo tiempo.
  • Desgana y falta de motivación por actividades lúdicas.
  • Falta de comunicación verbal, negarse a comunicar emociones.
  • Lenguaje corporal: Hombros y brazos  caídos, falta de expresión en la cara, movimientos lentos…
  • Llanto fácil.
  • Aislamiento en la habitación: No quieren relacionarse ni con adultos ni con amigos de su edad.
  • Falta de apetito, o por el contrario, ansiedad y comida en exceso.

Estas son sin duda algunas de las señales que los niños pueden mostrar por eso los padres tienen que estar muy atentos y evaluar y contrastar con personas del entorno para hacer una recogida de información lo suficientemente amplia para comunicársela a los especialistas. El primero tiene que ser el pediatra y él determinará la conveniencia o no de acudir a un psicólogo o  un psiquiatra.

Por otro lado hay que conocer si en el ámbito familiar y escolar existen problemas que puedan estar influyendo en la depresión de los niños. Aunque los adultos no lo crean la problemática familiar puede ser el arranque de la depresión infantil.

Algunas de las causas se podrían resumir en:

  • Discusiones, peleas y en último término,  separación y divorcio de los padres. Los hijos pueden sentir sentimiento de culpa y creer que ellos son la causa de la separación.
  • Problemas escolares: Conflictos con los profesores, descenso en el rendimiento escolar, miedo a los exámenes y a las calificaciones, pero sobre todo  a la reacción de los padres. Acoso escolar….
  • Problemas hormonales, sobre todo en la adolescencia, tendencias sexuales, identificación sexual confusa, falta de comprensión en el grupo de amigos, desvalorización, radicalización por parte del grupo,  o falta de aceptación.
  • Muerte de un familiar o amistad, con incapacidad de superar el duelo.
  • Traslado de domicilio y de grupo de amigos.
  • Efectos secundarios de algunas medicinas.

Estas son algunas de las causas, pero sin duda cada individuo es único y como tal tiene que estar considerado y tratado.

Desde estas líneas animamos a todos los padres a que estén en alerta  y con la máxima atención hacia  sus hijos y a sus cambios de conducta para acudir lo antes posible a los especialistas y se proporcione  el  apoyo para evitar males mayores.

Ilustración: Miguel González Cabezas

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