[dropcap]C[/dropcap]omienza la época de exámenes finales, reválidas y selectividad. Padres e hijos sufren los nervios y el estrés que supone someterse a estas pruebas, pero también los profesores que llegan a estas alturas de curso cansados y superados de papeleo en la mayoría de los casos para que queden almacenados en un cajón de la administración.
Desde la familia se puede ayudar a los hijos para que superen esta dura etapa. Lo importante es intentar mantener la calma y no generar más tensión.
Para lograr el éxito en los exámenes hay que tener una buena preparación, no sirve de nada estudiar mucho los últimos días. Desde principio de curso se tienen que adquirir hábitos de estudio diarios. Los padres desde el comienzo tienen que estar muy atentos para que estos hábitos no se olviden.
Algunas consideraciones importantes para ayudar a los hijos en esta época.
- Controlar las horas de sueño necesarias. Está demostrado que los alumnos que no duermen lo suficiente no rinden adecuadamente el día de los exámenes.
- Vigilar y cuidar la dieta. Es preferible cinco comidas ligeras que tres copiosas, de esa manera la digestión será menos pesada. Tomar zumos y frutas para aportar energía rápidamente al cerebro. En los hijos más mayores, controlar la cantidad de cafeína, que puede llegar a producir adicción y exceso de nervios.
- Generar un buen ambiente de estudio en casa sin ruidos. Que los estudiantes tengan su propio espacio, con buena iluminación y ventilación.
- Con los hijos más pequeños retirarles en las horas de estudio todos los aparatos que distraigan su atención como son los teléfonos móviles, maquinas de vídeo juegos, televisión y aparatos de música, aunque a algunos estudiantes estudiar con música clásica les ayuda a relajarse y a concentrarse.
- Comprobar que cuando se sientan a estudiar, tienen todo lo necesario y así no levantarse cada quince minutos consiguiendo que la concentración se esfume, pero también es importante que cada cuarenta cinco minutos o una hora, se realice una pequeña pausa para estirar el cuerpo y calmar la mente.
Los niños que aprenden buenas técnicas de estudio a lo largo del curso y estudian todos los días, cuando llega esta época, sólo tienen que hacer un pequeño esfuerzo. Los que dejan el estudio para el final, se agobian y amargan a los padres. Atribuyen su fracaso a otras personas sobre todo a los profesores.
Las familias tienen que asumir los suspensos de los hijos cuando estos no han realizado una buena práctica de estudio a lo largo del curso. Lo más fácil es culpar de los suspensos a los profesores, pero hay que asumir las consecuencias y no llevarse las manos a la cabeza. Enfrentarse con el profesorado generará mucha tensión que no beneficia a los hijos.
Cuando llegue la hora de recoger las calificaciones, si los resultados no son los esperados, es bueno hacer una buena crítica entre todos los interesados y conseguir de los hijos un compromiso de modificación a la hora de estudiar.
Los suspensos nunca tienen que suponer una catástrofe, más bien una nueva oportunidad para que los hijos crezcan y maduren.