[dropcap]L[/dropcap]a semana pasada me referí a un episodio de mi vida en el que hablé de uno de los enigmas de la Universidad de Salamanca: el primero.
Los famosos –y casi desconocidos– enigmas están situados en el antepecho de la segunda planta del Claustro, delante de la Biblioteca. Se pueden definir como mensajes o sentencias latinas para recordar. Algo así como nemotecnia basada en imágenes. Curiosamente en el primer enigma las sentencias están cambiadas de lado (¿error a propósito?). La que aludo consiste en una figura femenina sentada, con la pierna izquierda levantada, una tortuga en su mano siniestra y unas alas en la diestra. Viene a decirnos que en esta vida no hay que correr ni muy despacio ni muy deprisa. En latín la sentencia (recordemos que es la del otro lado del par) es «Velocitatem sedendo tarditatem tempera surgendo» («Modera tu velocidad sentándote y tu lentitud levantándote«).
Esta notable imagen fue tomada como emblema de la Academia Renacentista de Salamanca, allá por los años 50.
¿Y qué tiene que ver esto conmigo? Pues veréis. En el 83 asistí a París al I Simposium Internacional sobre Quelonios Fósiles. Allí propuse la creación de una Asociación Mundial de Paleoqueloniología, lo que fue aceptado por unanimidad, siendo elegido Vicepresidente. Y también la publicación en Salamanca de los artículos presentados en el simposio con el título de Studia Palaeocheloniologica, con el mismo resultado.
No hubo ninguna dificultad en conseguir el dinero necesario para su edición, que fue sufragada por la Diputación de Salamanca y el C. N. R. S. de Francia. Fui el único no francés que consiguió ese galardón aquel año.
Unos meses después me visitó mi colega y entrañable amiga France de Lapparent de Broin para ayudarme a corregir las pruebas de imprenta, lo que no era en absoluto necesario pero así ella quedaba más tranquila. Y la hice dar una conferencia en el Aula Unamuno de mi Universidad de Salamanca, con todo el empaque del lugar y la expectación del mundillo científico salmantino. Quedó impresionada.
En noviembre de 1984 se hizo la presentación oficial de Studia Palaeocheloniologica en París, en el Aula Depéret del Muséum National d´Histoire Naturelle, lugar donde nació la Paleontología de Vertebrados. Además del todo científico parisino asistieron dos entrañables amigos del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, María Teresa Alberdi y Jorge Morales, y otro británico , Richard T. J. Moody.
Pero previamente, France me devolvió la jugada que le hice en Salamanca, haciéndome hablar nada menos que en el Salon Cuvier, algo así como el Aula Magna del Muséum. ¡Menos mal que iba preparado, por si acaso! Fue una exposición muy completa en imágenes y palabras del gran tesoro paleoqueloniológico de la Universidad de Salamanca.
Dos cosas anecdóticas dije en aquella conferencia. De entrada, pedí perdón por enseñar en París. Ante el asombro de todos, dije que yo estaba cometiendo un pecado al hacerlo porque según la Bula Pontificia de 1255, «los doctores de Bolonia, Paris, Salamanca y Oxford pueden explicar en todas las demás Universidades, excepto en las otras tres grandes«. Y yo soy Doctor por la Universidad de Salamanca, el primero que la impartió sobre Geología, en 1970.
Y para remate mostré en diapositivas una con nuestra monumental fachada plateresca y, a continuación, otra con el primer enigma. Dije lo que significaba, en latín y castellano y finalicé añadiendo que probablemente en el futuro cambiarían aquella leyenda latina, para poner algo así como que en Salamanca hasta los ángeles se quitaban las alas para buscar tortugas fósiles. ¡Era una exageración, pero quedó muy bien!
El éxito fue rotundo. El Director del M. N. H. N., Philippe Taquet me hizo entrega de la Medalla del Muséum, y la fiesta se completó en un restaurante húngaro, con su «paprika» y sus violines zíngaros. Por cierto que los músicos me agasajaron espontáneamente interpretando «Que Viva España«, la popular canción de Manolo Escobar.
¡Cómo pasa la vida! ¡Todos aquellos acontecimientos, casi desapercibidos entonces en Salamanca, se los llevó el viento! ¡Pero, al menos, ahí queda el inmenso tesoro paleontológico que se generó por aquello: la –mi muy amada–Sala de las Tortugas!
5 comentarios en «Velocitatem sedendo…»
Gracias por tus cultos comentarios relacionados con las obras sobre piedra arenisca de Villamayor.
Creo compartir tu devoción por la Universidad de Salamanca y que creo compartimos con la Complutense de Madrid y en mi caso con la Politécnica de Madrid , donde culmine mi vida académica, aunque creo que esta no termina mientras podamos desarrollar alguna tarea y en eso estás y yo también y a mi modo también creo estar.
Tendrás que continuar resumiendo muchas cosas de las tortugas y la arenisca de Villamayor.
Yo estoy en el esfuerzo de utilización de la arenisca de V. en la arq. desornamentada. Tus apreciaciones de esa «a manera de aurora boreal» podrá apreciarse aún mejor.
Un abrazo
Marcelinobds
Muy interesante tu experiencia de aquellos años,gracias por compartirlo .Es estupendo volver a la docencia con recuerdos del ayer… Te deseo lo mejor,sigue contándonos tus vivencias y conocimientos…Un abrazo.
Querido Emiliano,
Cuánto me gustaría poder ver un video de tu conferencia en el Aula Cuvier…
Festina lente, creo que viene a significar el enigma de hoy. O , como dicen los toreros:
-Vísteme despacio que tengo prisa.
Un abrazo y enhorabuena por seguir abriendo frentes sin parar a cual más interesante.
Hasta pronto,
Emilio
PERDONADME QUE NO OS ESCRIBA UNO POR UNO, pero es que se me está juntando todo. ¡Parece mentira como se complican las cosas en un momento!
Un fuerte abrazo a todos.