[dropcap]Q[/dropcap]ué ha pasado? No busquen científicamente lo que científicamente no necesita explicación y se aclara por la cuenta de la vieja (y tan vieja).
No se precisan logaritmos, ni escudriñar con la lupa deSherlock Holmes la tabla periódica de Mendeleiev, en busca de un elemento raro. Es más sencillo: 2 + 2 = 4. Esta es mi tesis.
Pongan en una probeta una campaña del miedo como nunca se ha visto en este país (un hito en nuestra historia mediática), y en la que han colaborado desde El País hasta el filósofo más templado. Campaña que Goebbels y McCarthy habrían aplaudido y suscrito.
Pongan en otra probeta una población «susceptible» a esa campaña, que lo es por vericuetos históricos que es imposible rastrear, pero que unen a la oscuridad de los tiempos pasados la liviandad de los tiempos presentes (pan y circo).
Unan ambos reactivos y esperen la explosión.
O en este caso, la implosión de la ética civil, de cuya lógica aplicada cabría esperar un resultado distinto.
Ante esa reacción tan poderosae irracional -guiada por el miedo- da igual que Rajoy aparezca con una mano en su sobre-sueldo y la otra en la hucha de las pensiones ajenas, destruyendo discos duros para burlar al juez, o multiplicando la deuda que hace esclavos económicos y políticos a nuestros nietos. Da igual Blesa o Rato. O que la Foto-Finish sorprenda al ministro del interior ejerciendo de antisistema en las cloacas del Estado más cutre y tenebroso.
El miedo todo lo paraliza, congela todo recuerdo, y posterga toda esperanza. Nos conformamos con seguir vivos. El coco no ha venido (de buena nos hemos librado) y nos quedamos con el monstruo quenos parasita y desangra. Apaleados y contentos.
Y otras razones, aparte de esa campaña del miedo y el coco, también ha habido: piensen en el respaldo económico y mediático de unos y otros. Todo el poder de la plutocracia, frente a la pequeña aportación de unos ciudadanos de a pie, que en muchos casos han colaborado con una pequeña parte de sus escasos sueldos. David contra Goliat.
¿No era aún el momento?, pero ¿entonces cuándo? ¿Ha sido una cuestión de masa o de velocidad?
Masa crítica no ha faltado, porque nunca hemos sido tan conscientes como ahora de la fosa séptica que subyace a nuestro sistema. Si a pesar de ese conocimiento, se ha votado como se ha votado, cualquier cambio de rumbo o propósito de enmienda parece, en principio, misión imposible. Utopía.Todo da igual. Sin embargo, paciencia.
¿Cuestión de velocidad? La vía lenta se llama educación, pero esta hoy se deteriora, deliberadamente, a la velocidad de la luz. Información, movilización, festina lente. Deprisa pero más despacio.
¿Entonces qué queda? Pues lo que queda es un reto monumental para el optimismo, y también para la voluntad. Lo contrario sería melancolía sin vuelta de hoja. Y para esa batalla se necesita juventud y futuro por delante. Las urnas han dibujado no solo una brecha ética, sino también una brecha generacional. Ha sido una derrota (de momento), pero una derrota heroica, con todo en contra. A los que han dado esa batalla mientras tantos vegetaban en casa: gracias. Al espíritu del 15M: adelante.
¿Y ahora?
Pues ahora tendremos teatro un rato, hasta que el Deus ex máchina pueda hacer su entrada triunfal y cumplir su apoteosis.
¿Y no será de nuevo el «elefante blanco» aquel, que nunca llegó porque nunca se había ido?
No. Ahora todo discurre por el carril de la normalidad y guardando las formas legales (cada vez es más fácil), aunque en el ambiguo baile entre la verdad y la hipocresía, triunfa esta última.
La agenda se va cumpliendo tal y como estaba decidida desde que el PSOE cerró un pacto con la derecha (C’s) para hacer imposible un gobierno progresista.
Lo acordado, dadas las circunstancias, y visto que el PSOE no podía cumplir su papel tradicional (implementar el programa neoliberal bajo el espejismo de una falsa alternancia), porque todos los focos estaban puestos ahora sobre él y era demasiado evidente y visible, era que el PP desarrollara esta tarea (repitiendo legislatura) y diera cumplimiento al mandato de los jefes (los de la pasta). El camelo de la alternancia puede esperar a tiempos mejores.
El inesperado resultado de las urnas, facilita la operación, y el PSOE intentará hasta el último instante que no se le note la barba postiza. Pero al final, el guión se cumplirá.
El desarrollo de la trama irá por actos, entreactos, palomitas, y entremeses, pero será teatro.
De títeres y para niños.
Otros interrogantes quedan en el aire: ¿Puede dar estabilidad a un país el gobierno de un partido que es el máximo exponente de la corrupción y del deterioro del Estado de derecho (división de poderes, derechos humanos, libertad de expresión, corrupción, cloacas del Estado), y que ha alimentado con fuego los deseos secesionistas?
¿Prescribirán más rápido, con este gobierno, los delitos que afectan a su partido y señalados representantes?
El tiempo lo dirá.
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