[dropcap]H[/dropcap]ay diversas teorías sobre el influjo del sol, del calor, en la mente, en el comportamiento de las personas. Así, podría pensarse que las insoportables burradas que se han escrito con motivo de la muerte del torero Víctor Barrio surjan a causa de la calorina en la mente de esas gentes. Y, quizá, podría pensarse otro tanto respecto a la calorina que haya afectado a quienes estos días han clamado en defensa también bastante irracional de Leo Messi tras su condena como defraudador a la Hacienda pública. Aunque en ambos casos yo creo que la calor que nos envuelve no ha tenido ninguna influencia en las posiciones irracionales que se han lanzado por doquier. En medio de la helada hubieran florecido exactamente igual.
Las burradas contra el torero muerto en la plaza sólo tienen, creo, una explicación: mentes perturbadas. En el caso del gran futbolista del Barça la situación me parece que se desarrolla en un campo de juego diferente. Es evidente que entran en juego varias ramificaciones del ámbito social e incluso del político. Pero desde mi condición de ciudadano sólo quiero apoyarme precisamente en esa condición. Como ciudadano del montón que cumple con sus deberes cívicos, entre ellos los fiscales, me revienta que otros ciudadanos del montón clamen en contra de una decisión judicial apoyada en pruebas cuando a un astro del balón parece que lo han pillado burlando sus deberes de ciudadano. A los ciudadanos del montón Hacienda en sus plurales versiones nos estruja como sabemos de sobra. ¿Messi y otro montón de gentes “con arte” de lo que sea y con asesores pueden proceder sin atenerse a las leyes establecidas, nos gusten o no? Si nosotros, ciudadanos, pagamos tanto o cuanto, Messi y compañía, también ciudadanos, deben pagar tanto o cuanto. Y si burlan la ley, los responsables de hacerla cumplir están en su deber de salir al camino de quien ha escondido su capital para no contribuir en función de sus ganancias.
Es un discurso elemental. Igualmente que es elemental que esas personas con ganancias tan enormes deberían proceder con ejemplaridad en sus aportaciones correspondientes, al igual que lo es el hecho de que Hacienda debe controlar con más atención a esas gentes que a los contribuyentes corrientes, ya que sus fugas pueden ser multimillonarias, mientras el ciudadano del común quizá hurte migajas que en muchas ocasiones necesita para subsistir. Por eso choca enormemente que ciudadanos del montón –seguramente aperreados por sus pagos a la Hacienda pública– anden revueltos estos días mientras bufan contra la decisión judicial que afecta a Messi y salgan con posiciones peregrinas en defensa del futbolista. Y lo hacen porque es un futbolista, porque es Messi, porque trasladan un endiosamiento del artista del balón, al que se da a entender que se le perdona todo, que puede hacer lo que le pete, él o sus asesores. Ha ocurrido en otras ocasiones cuando a otros privilegiados del fútbol los han pillado a no sé cuántos kilómetros por hora en sus potentes coches, o cuando se han movido en situaciones sexuales punibles. ¿Frente al comportamiento cívico y de respeto que debemos mantener todos, a ellos se les disculpa lo que le venga en gana?
Ha salido oficialmente el Barcelona en defensa de su futbolista para asegurar que no se consentirá que a Messi se lo trate como a un delincuente. No sé si habrá quien lo haya tratado como tal, porque gran parte de la ciudadanía lo que tratamos a Messi es como un señor que ha defraudado a Hacienda, con independencia de que es probable que hayan sido sus asesores quienes han montado la operación. Pero en ese caso, si incluso él ignoraba todo, él es responsable de lo ocurrido. Si mi declaración de la renta no es correcta y se me multa, el responsable soy yo, no mis asesores. Es vomitiva la declaración del Barcelona de que “él se dedicaba a jugar al fútbol y confiaba en sus asesores”: perfecto, ahí tiene las consecuencias de las que es responsable. Es lo que tenemos que hacer los demás, trabajar y pechar con las situaciones que se deriven de nuestro proceder.
Habrá quien me considere un tipo contrario al Leo Messi jugador de fútbol. Todo lo contrario, lo admiro en el campo –menos cuando se emperra en tirar penaltis que falla con frecuencia y que otros convertirían en gol–, un servidor “es del Barça” desde 1955. Y “es” de ese Messi que ha marcado época. Pero precisamente por eso, a un jugador tan magnífico y tan bien pagado no puedo perdonarle que birle los dineros que debe pagar ejemplarmente a Hacienda. Como los pagamos los demás, porque él, en eso, es uno más de las gentes censadas en este país.
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