Callejero comunero: Calle Villalar I

Escultura de Juan Padilla.

[dropcap type=»1″]E[/dropcap]s una de las calles del barrio de la Prosperidad, una más de las dedicadas a las batallas más famosas de nuestra historia, cuyos nombres están recogidos en las vías de las cercanías. Con ella se quiere recordar la derrota de los comuneros.

El 8 de abril de 1521 partió el condestable de Burgos con su poderoso ejército para reunirse con los del cardenal Adriano y el almirante. Dejó la ciudad castellana al mando del conde de Nieva. Padilla, al conocer el movimiento del ejército realista abandonó Torrelobatón para dirigirse a Valladolid y, posteriormente, a Toro. Reunió a 8.000 hombres de a pie, 500 lanzas y la artillería de Medina del Campo. Realizó ataques a ambos ejércitos reales, pero se retiró a Toro para proveerse.

El 21 de abril de 1521 los dos ejércitos reales con el condestable, el conde de Haro y el almirante al frente se encontraron en Peñaflor. En Tordesillas quedaron la reina, el cardenal Adriano y el conde de Denia. El 23 de abril el conde de Haro lanzó la caballería contra el ejército comunero que se encaminaba hacia la ciudad de Toro. El ejército real se componía de 6.000 infantes y 2.400 caballos. Ese mismo día salió Padilla de Torrelobatón camino de Toro, con lluvia intermitente y los caminos embarrados.

Los realistas siguieron el rastro de los comuneros por las roderas que iban dejando los carros de la artillería pesada. Al visualizarlos realizaron algunos disparos con la artillería ligera. Esta intervención hizo que los populares huyeran en desbandada y su artillería pesada se empantanara en los barrizales. Los soldados comuneros se arrancaban las cruces rojas y las sustituían por las blancas de los imperiales, pasándose de bando sin pudor.

Padilla, seguido de cinco de sus escuderos y al grito de “¡Santiago y Libertad!”, atacó a los imperiales que se defendieron gritando “¡Santa María y Carlos!” El noble toledano cayó al suelo herido por Alonso de la Cueva, y una vez rendido, cuando no se podía defender, fue herido y su rostro ensangrentado de forma cobarde por Juan de Ulloa. Este comportamiento fue reprobado incluso por los realistas. Al mismo tiempo fueron hechos prisioneros Bravo y Pedro y Francisco Maldonado.

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