Opinión

Torreón

Vista de Hurtumpascual.

 

El Torreón de Sobrinos.
El Torreón de Sobrinos.

[dropcap]E[/dropcap]n mis correrías, siempre acompañado por Pili, por la Real Cañada Occidental Soriana a su paso por la provincia de Ávila y sus maravillosos y casi desconocidos alrededores, descubrí un día un torreón, no ya abandonado; es que quedaba bien poco de él.

 

Está inmerso en el paisaje, de tal modo que al volante de tu coche no te enteras de que está ahí, oculto entre encinares. Pero aquel día paré y, de pronto, lo vi en la lejanía. ¡Cuántas cosas me habré perdido por no poder atisbarlas, con aquellos mis pobres ojos anteriores a 1990! ¡Cuántas veces bendigo los nombres de José María Barahona y de Maximiliano Escudero, que dieron luz a mi ceguera!

Allí estaba, al pie de un cordel de la Cañada, aislado en el entorno, como mudo centinela de algo que aún existe, la trashumancia; pero en proporción ínfima si lo comparamos con los grandes y numerosos rebaños merinos que dieron fama en Europa a nuestra lana, y que recorrían aprovechando las rutas milenarias entre Extremadura y la Montaña Santanderina, hoy llamada Cántabra.

2¿Queréis verla? Hay que ir a Gallegos de Sobrinos, detenerse en el puente sobre el río Navazamplón y mirar hacia el sudoeste. Lo veréis como a un kilómetro.

¿Qué nos impedía llegar allí? Nada. ¿Sufres una desilusión al tenerlo ante tus ojos? No. Lo que sientes es una gran pena al ver el deterioro al que llegan estas construcciones, que al quedar abandonadas surtieron de buenas piedras, cual si fuesen canteras –pero más económicas: ¡son gratuitas!– a todo aquel que quiso hacer una cerca, una pared, o lo que sea. ¡Cuántos ejemplos he visto de esto que acabo de decir! En algunos casos no quedan ni los cimientos, como en el desaparecido monasterio de Valparaíso, entre Zamora y Salamanca, lugar donde nació el gran Fernando III.

Lo que aún se conserva del Torreón de Sobrinos es un cubo de base cuadrada –quizás debería decirse un prisma– hueco por dentro como si de una gran chimenea se tratase. Tiene una amplia puerta abierta, con arco de medio punto, con huellas en la pared de que daba a otro recinto que ha desaparecido. No hay ningún escudo que pueda aclarar la hidalguía de su ignorado constructor.

Es evidente que este torreón servía de otero, de vigía del amplio horizonte. Pero… ¿de qué?

¿Será un resto de las fortificaciones militares de aquellos tiempos en que la Moraña y toda esta parte de Ávila, eran la «tierra de nadie» invadida continuamente por las correrías cristianas o musulmanas? ¿O era un punto fuerte, fronterizo en las guerras que libraron entre sí leoneses y castellanos, hasta que Fernando III y su augusta madre unieron ambos reinos para siempre, lo que algunos ignorantes aprovechados quieren hacer olvidar hoy?

¿O en su origen fue una especie de cuartelillo de las esculcas, fuerza de vigilancia de los tiempos premesteros, creada para salvaguardar los pastos aledaños a las vías pecuarias?

Hurtumpascual. Cabecera y arco de la iglesia.
Hurtumpascual. Cabecera y arco de la iglesia.

¿O un puesto de peaje del Honrado Concejo de la Mesta? Esto me parece menos probable por lo aislado de su situación. Los pagos de impuestos al Rey y a los Municipios se hacían en poblaciones.

Sea cual sea su cuna, es de suponer que su uso final sería el de Casa Solariega, que con el tiempo se desplazó a otro lugar por la razón que fuese. Desgraciadamente no hay documentos, no ya sobre este lugar concreto; son escasos en toda la Moraña y Tierra de Ávila.

Cerca de Gallegos de Sobrinos, nombre que alude claramente a los repobladores de estas tierras, está su anexo Blacojimeno, y más allá Viñegra de la Sierra y Hurtumpascual, ya en plena Cañada, que las atraviesa.

La riqueza que producía aquel ganado trashumante, orgullo de Castilla y León, construyó en esta última población, Hurtumpascual –¡qué nombre tan sonoro, tan histórico, que dice todo sobre su origen repoblador!–, una magnífica iglesia, de la que hoy se conserva la parroquia y detrás de ella un impresionante arco de medio punto, que parece flotar en el aire como si se fuera a caer en cualquier momento. ¿Se llegó a completar este recinto, hoy dedicado a fines necrológicos?

Estas tierras abulenses parecen diferentes, tienen un no sé qué que atrae. ¿Serán sus sonoros nombres, antropónimos, que pregonan las olvidadas gestas de sus repobladores cristianos, venidos de Galicia, de La Rioja, de Palencia, de las Asturias, y mozárabes del reino de Toledo, siempre luchando con las frecuentes razzias del moro depredador? !Historia por todas partes, no escrita, pero que ahí está!

3 comentarios en «Torreón»

  1. Querido Emiliano,

    Todos estos sitios que cuentas hoy parece que te los hubieses inventado:

    Gallegos de Sobrinos, Hurtumpascual, el río Navazamplón…

    ¿No lo habrás soñado todo esto en una siesta bajo los efectos de los calores que todavía padecemos?

    Un abrazo y hasta pronto,

    Emilio, cuyos comentarios quedan sin respuesta

    Responder
    • Querido amigo: espero que éste si te llegue. No. No los he soñado. Son nombres que surgen de la Historia, que nos lo dicen todo sobre su remoto pasado de luchas por sobrevivir en tierra hostil. Hoy casi deshabitados, tienen un aroma de sueño, como tú dices, pero tienen un registro en piedra y el cariño de los que allí nacieron. Duros veranos de fuego, Duros inviernos de hielo. Paisaje castellano. ¡Tierra de gentes que conquistaron un mundo y le dieron idioma, cultura y culto!
      Un abrazo, amigo mío

      Responder

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