[dropcap]L[/dropcap]a OMS define la Seguridad del Paciente como: “la ausencia de un daño innecesario real o potencial asociado a la intervención sanitaria, y estima que uno de cada 10 pacientes sufre un evento adverso mientras recibe asistencia sanitaria”.
¿Pero qué es un evento adverso? Es una lesión o daño no intencionado al paciente después de ingresar en una institución sanitaria ajeno a la patología de base. En este contexto el Ministerio de Sanidad estableció en la Ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud la seguridad del paciente como centro de las políticas necesarias para mejorar la calidad asistencial. Pues bien, de nada sirven la Ley y los planes estratégicos que se diseñan si no hay voluntad política de evitar o minimizar los eventos adversos que, desgraciadamente, cada vez se producen con más frecuencia en las instituciones sanitarias. La seguridad es muy importante, especialmente en los centros hospitalarios y centros de salud donde las personas son más vulnerables y necesitan sentirse seguros y confiados en los servicios y cuidados que se administran.
El Complejo Hospitalario de Salamanca ha constituido, en varias unidades, comisiones de trabajo sobre la seguridad del paciente donde se analizan, identifican y se tratan los riesgos, todo muy bonito sobre el papel, pero a la hora de la verdad todo son problemas para acometer medidas que eviten los errores que se detectan, además de entretener y jugar con la buena voluntad de los profesionales que elaboran documentos que solo sirven para lucimiento y currículos de los “jefecillos sanitarios”.
[pull_quote_left]El consejero de Sanidad y la gerente del Complejo Hospitalario de Salamanca se han empeñado en dar una imagen idílica de la sanidad salmantina en vez de reconocer los problemas y corregirlos[/pull_quote_left]La falta de seguridad se puede producir no sólo en la práctica clínica sino en todos los procedimientos del sistema, por ejemplo, en la cocina del Hospital es muy importante y va a depender de una serie de factores como: sus instalaciones, el equipo directivo y sus trabajadores, el transporte de los alimentos y, sobre todo, los rigurosos controles, entre otros, para poder garantizar que la comida llegue a los pacientes con seguridad. Es difícil entender que en la comida de los pacientes estén apareciendo elementos extraños y peligrosos como gusanos o chinchetas de grandes dimensiones. Cuando ocurren estos casos los pacientes y sus acompañantes pierden la confianza y se niegan a seguir comiendo. La ingesta de alimentos es tan importante como los fármacos y son fundamentales en la recuperación y mantenimiento de su salud.
Pero lo más fácil es echar la culpa a los trabajadores en vez de pedir responsabilidades a los que toman las decisiones en todos los niveles directivos por la mala organización, la falta de personal, además de otros conflictos laborales. Son muchos los detalles que hay que cuidar en una cocina de hospital, por ello, se deben tomar todas las medidas necesarias para garantizar que la comida sea segura.
El consejero de Sanidad y la gerente del Complejo Hospitalario de Salamanca se han empeñado en dar una imagen idílica de la sanidad salmantina en vez de reconocer los problemas y corregirlos. El escándalo del cierre de camas, las listas de espera y los problemas en las cocinas además de los constantes conflictos provocados por una gestión nefasta y de ordeno y mando están poniendo en peligro, no sólo la seguridad de los pacientes sino la de los propios trabajadores.
La seguridad del paciente es imprescindible de la calidad asistencial y su objetivo es generar estrategias tendentes a identificar y evitar la ocurrencia de fallos o errores en los procesos de atención a la salud y de disminuir el impacto en caso en que estos se produjeran y en eso se deben centran nuestros gestores en vez de vender humo.
María García Gómez
Trabajadores de la Sanidad Pública