[dropcap]S[/dropcap]e nos propone una alquimia dudosa:
Trasmutar en esperanza ilusa la decepción que procede de hechos comprobados; creer, por el bien de España, que el partido que ha presidido el saqueo del Estado cree en el Estado; que el partido que ha robado lo propio y lo ajeno, respetará nuestros bienes, y que en sus manos el patrimonio público está a salvo; creer que un partido corrupto nos va a sacar del atolladero; creer que va a proteger y fortalecer nuestra sanidad pública, cuando ha intentado estrangularla y destruirla en beneficio de sus amiguitos del alma -los del carrito del helado- y del negocio privado (no pudo gracias a las movilizaciones en la calle y la lucha en los juzgados, pero seguirá intentándolo); que va a salvar nuestra educación, cuando la ha hundido; que va a proteger nuestras pensiones, cuando las está saqueando; que va a revitalizar nuestra fuerza productiva, cuando expulsa a nuestros jóvenes del país, y propone que los pensionistas sigan trabajando después de jubilarse (eso es progreso); que va a revolucionar nuestro aparato productivo, cuando no ha hecho ninguna reforma en ese sentido, sólo recortes de posibilidades y derechos, que nos han llevado al austericidio; que va a dignificar la vida de los trabajadores, cuando su ideología extrema y radical dicta lo contrario, y de la teoría en la que cree ha pasado a los hechos que consuma: ahí están los trabajadores, como nuevos esclavos y nuevos pobres, que no avanzan, sólo sobreviven (en muchos casos gracias a las pensiones de sus mayores); creer que va a haber mayor igualdad entre los españoles, cuando los privilegios de muchos (incluidos los políticos) no se han tocado, y los servicios públicos sobreviven gracias a los contratos basura y la explotación y discriminación de los interinos (somos el país de los interinos, gracias al PPSOE); creer que los delitos económicos y la corrupción que dilapidan nuestra riqueza van a ser perseguidos, cuando hasta ayer y hoy mismo se les protege y ampara; creer que va a haber más y mejor democracia, cuando cada vez hay menos y peor, incluso dentro de los partidos (ahí está el golpe en el PSOE), y de ello se alegra el gobierno en funciones, que mientras ha estado en funciones no ha hecho tanto daño; y en este sentido, creer que somos un ejemplo para el mundo, cuando el informe GRECO 2016 duda incluso de que seamos una democracia; creer que nuestros privilegiados representantes han entendido el mensaje y trabajarán por la regeneración de España, cuando no han entendido nada (o si) y se agarran con uñas y dientes a un sistema corrupto, con el adorno retórico de llamarse constitucionalistas. Y con esa finalidad, la rendición sin condiciones del PSOE es en realidad una colaboración entusiasta, pero estas cosas se saben en los niveles en que estas cosas se deciden, de ahí que no se convoque a la militancia.
Esa alquimia que proponen, se llama «comecocos». Medios no les falta.
Pero es mucho creer. Digan lo que digan, el plomo nunca se trasmutó en oro, ni el corrupto se regeneró a sí mismo.
La esperanza existe, pero está en otra parte.