Opinión

De cadáveres políticos y otras fiestas de guardar

 

[dropcap]H[/dropcap]ay quien afirma que Pedro Sánchez es un cadáver político. Y lo dicen intentando extender una cortina de humo para tapar el mal olor que desprenden -sobre todo cuando sopla viento del sur- otros cadáveres presentes, y ya sin futuro.

 

En aquella tétrica jornada que podemos llamar de la degollina cainita, de la muerte anunciada del cordero (que se resistió a ser borrego), o de los cuchillos largos, por lo que tuvo de masacre y purga interna (no en balde mediante una sola acción se acabó con un secretario general y con toda una militancia), hubo dos clases de protagonistas: los descabezados, a los que se purgó, y los descerebrados, que organizaron el golpe.

Al final todos perdieron la cabeza, aunque unos con más dignidad y futuro que otros. Entre estos últimos no se encuentra Susana Díaz.

La dirigente andaluza, que no sabemos si actúa en nombre propio o bajo las órdenes de Felipe González y su lobby de ricachones, en una sola acción malgastó todas sus oportunidades y todas sus máscaras, y de ser ciertas las frases que se le atribuyen, la dejan en muy mal lugar porque revelan una catadura moral muy poco fiable para dirigir destinos ajenos.

«No me iré de aquí sin tu cabeza» y «Este chico no vale, pero a nosotros nos vale», son frases que se le achacan, pronunciadas en distintos momentos de este drama, y que si se corresponden con la realidad, la dejan fuera de cualquier posibilidad de reconciliación, no sólo con los militantes socialistas, sino casi con cualquier ciudadano honesto, porque lo que dibujan es a una dirigente sin escrúpulos, que a los teóricos socialistas no los habrá leído, pero a Maquiavelo seguro que sí.

En aquella jornada, que se adelantó sólo por muy poco a Halloween, no hubo ganadores, salvo quizás la verdad desnuda, una vez caídas todas las máscaras. Y quizás también ganaron -el tiempo lo dirá- los militantes, si son capaces de trasformar esta derrota momentánea en victoria final. Si en vez de ceder a la tentación de romper el carnet de su partido (véase la entrevista de Évole a algunos militantes socialistas, previa a la entrevista con Pedro Sánchez), dan la batalla y pelean.

Tanto por sus acciones como por sus frases, Susana Díaz salió del aciago comité federal bastante tocada, bastante desprovista de disfraces, o disfrazada ya directamente para Halloween, de muerto viviente.

Escucho a un clásico del periodismo afirmar en TVE -comentando lo que Pedro Sánchez dijo en la entrevista con Évole sobre la actuación de determinado grupo de comunicación en el reciente golpe del PSOE- que «en este país, quien se mete con determinado medio de información (subliminalmente, El País), muere». Se sobreentiende que sólo en el sentido político. De momento.

No puedo estar más de acuerdo con él, y eso que él dice lo suscribimos muchos. Pero esto que es así ¿no debería movernos a una reflexión angustiada? ¿No debería darnos miedo, además de vergüenza? ¿No debería sugerirnos de manera urgente una pregunta ya inaplazable: en qué clase de régimen hemos degenerado, cuando además coincide con informes del Consejo de Europa que denuncian que en nuestro país no hay independencia judicial, y que por tanto nuestra democracia sólo es nominal?

¿Es de recibo que las decisiones políticas más importantes en un partido y la línea a seguir, no la dicten los militantes sino un grupo de presión ajeno, un lobby?
Que además lo hace en contra del programa electoral votado.

Nada de esto es nuevo. Vean o vuelvan a ver, si ya la habían visto y olvidado, la película titulada «Juan nadie» (1941), del director Frank Capra, inspirada en una crisis del capitalismo no muy distinta a la que hoy nos endilgan (la de los años treinta que precedió al fascismo), película en la que un líder ingenuo (Gary Cooper), es instrumentalizado para sus inconfesables y privados fines por un grupo de poder (altas instancias), pero sale respondón.

Dice Lambán -uno de los conjurados- que Pedro Sánchez estorba.
No debe estar tan muerto que hay que rematarlo.

¿Y no serán los militantes y la misma democracia los que estorban?

El fascismo en España duro 40 años. La corrupción política y económica otros 40.
¿Será la gestora de Fernández de las que no tienen prisa?
¿Daremos largas y pondremos obstáculos temporales a que decidan los que tienen legitimidad democrática para ello?
¿Esperaremos la venía de los altos y secretos despachos?

POSDATA:
-Salvados / Entrevista a Pedro Sánchez

Para ver A3emedia fuera de España, aquí

-Juán Nadie (Meet John Doe – 1941) – Frank Capra Castellano

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