[dropcap]P[/dropcap]odría uno pensar que las gestoras deben pasar desapercibidas y ser neutrales. Pero esta no.
La «gestora» (ya saben cuál) tiene tan claro que quiere cortar cabezas, como poco claro qué quiere ser de mayor.
Y si no serlo -que eso ya sería para nota- al menos aparentarlo.
Ahora bien, ser algo de mayor, de verdad y no sólo en apariencia, requiere tener las ideas claras y un esfuerzo de coherencia, para el que esta gestora y el partido que dice representar, no están entrenados.
Justamente la peripecia pelín traumática de esta gestora, deriva de una crisis de autenticidad tras prolongado teatro, y nace de la necesidad de impedir que los militantes hablen y la verdad salga a la luz, es decir, que la realidad llegue al estrato superior de la consciencia.
Es en última instancia una gestora mordaza, que esperará el tiempo que sea necesario y aún más, hasta que los militantes cambien de opinión o se muerdan la lengua.
Un acto de represión sin Freud que lo remedie, mediante la correspondiente y liberadora catarsis psicopolítica.
El gran Padre González, sigue recortando las alas de su Edipo particular en su taller de bonsáis enanos, donde salvó el todos los demás son menores de edad.
Pero donde falta autenticidad, faltan también ideas claras, y tanto las opiniones como los principios, caducan al día siguiente.
Por eso, aunque en el manejo del hacha no le tiembla el pulso, en todo lo demás padece esta gestora el baile de San Vito.
En apenas el transcurso de unas horas, puede cambiar radicalmente de criterio político y sobre todo de principios morales, según lo que interese aparentar, o según que el personal este mirando y atento a la escena, o despistado y comiendo palomitas.
Esto explica lo ocurrido recientemente con el nombramiento de Jorge Fernández Díaz como infausto presidente de la comisión de exteriores (un pesebre), cuando la gestora cambió rápidamente de opinión en menos que canta un gallo y sin esperar a que cantara tres veces, sin más razón que sentirse observada, desnuda de máscaras, y como Dios (y Felipe González) la trajo al mundo.
Eso es trasparencia y cambio.
Efectivamente, tanto la gestora como C’s estaban dispuestos a dar el visto bueno al indigno premio de Jorge Fernández Díaz (el de la caza de brujas), votando en blanco para no romper una de las normas no escritas, más sagradas y corruptas del cotarro pesebril: la de la repartición consensuada de prebendas y pesebres.
Hasta que se encendió una lucecita roja que avisaba a todas las termitas compinchadas que estaban «en el aire», y sintiéndose observada (y también presionada por Podemos) la veleta gestora cambió rápidamente de gesto, decisión, máscara, y discurso.
Así, de la abstención facilitadora de ese pesebre tan infame, pasó a oponerse en un santiamén, para parecer honesta y cabal a ojos de la audiencia. Y todo esto entre bambalinas y al albur de los focos, como suele ocurrir en el teatro.
Al final Rajoy se salió con la suya y premió a Fernández Díaz (y con él a las cloacas y la caza de brujas), y los demás quedaron bastante mal. No sabemos si esto es un anuncio de lo que va a ser esta triste legislatura.
Salvar al soldado Fernández y su gestora golpista es ahora la misión, como antes lo fue salvar al soldado Rajoy y su misión sagrada de proteger los intereses de la banca. Pero Rajoy -ingrato- no lo pone fácil. Sabe que el mueve los hilos, y tiene atrapada en sus garras a la inestable y frágil marioneta.
Con la soltura, el desahogo, y la falta de empatía que le caracteriza, dicta un pesebre para Jorge Fernández Díaz, y dice a sus marcas blancas: esto son lentejas y donde hay patrón no manda marinero.
Más claras tiene las ideas Felipe González, que asegura que no apoyará a Susana Díaz, porque dada la merecida fama que él tiene de dar gato por liebre, esto la puede perjudicar.
No seremos nosotros los que discutamos la solidez y lógica de su argumento, pero al decir González que no la apoya, todos entienden y dan por hecho que ya la está apoyando, porque a las palabras de González, siempre hay que darles la vuelta como a un calcetín.
[pull_quote_left]Salvar al soldado Fernández y su gestora golpista es ahora la misión, como antes lo fue salvar al soldado Rajoy y su misión sagrada de proteger los intereses de la banca[/pull_quote_left]Por su lado Merkel, sorprendida de que Rajoy aún sobreviva tras recortes tan feroces e inhumanos, y tras la dosis XXL de austericidio propinada a los sufridos españoles, le reconoce que tiene la «piel de elefante» (los españoles, sorprendentemente, aún le siguen votando; esa es la grandeza bifronte de la democracia), y le nombra por ello caballero de su tabla redonda, que al ser alemana, es más bien cuadrada.
Porque cuadradas son las ideas fijas de la canciller pangermana.
La reina Artura de esta Europa retrógrada y medieval, debe ser la única que aún no se ha dado cuenta de la debacle que le rodea, y de la necesidad perentoria -como clama Obama- de cambiar de rumbo, porque el neofeudalismo no funciona.
Hasta que la nueva dama de hierro despierte de un batacazo inesperado y se venga abajo su castillo de naipes, Rajoy es urbi et orbi un gran «gestor» y un gran vasallo, y al igual que la otra «gestora socialista», el mejor sacamantecas al servicio de la banca alemana.
Por los servicios prestados y como mercenario leal, estos días ha recibido Rajoy su espaldarazo sublime, y ha venido a ocupar el hueco de uno de los pares caído en desgracia: la Inglaterra de la City.
A Rajoy, el cruzado de la vieja y decrépita fe, se le caía la baba de puro contento.
Mientras tanto, los dos países del Occidente racista y xenófobo, que dieron a luz al neoliberalismo radical y extremo, USA y el Reino Unido (ahora se enteran algunos de que esta era una ideología de extrema derecha), han parido uno el Brexit xenófobo, y el otro al Trump racista.
Por sus obras y frutos los conoceréis.
A nivel de calle, estos días hemos conocido que los salarios de los españoles han caído en estos años de oportuna (e irreversible) crisis un 10%, y que los más castigados han sido los trabajadores públicos. Algo lógico si se considera que en la estrecha y sectaria ideología de los que gobiernan, «lo público» es el enemigo público (valga la redundancia) número uno, y el principal objetivo de su doctrina cerril es cargarse el Estado (y no sólo el de bienestar) tal y como lo hemos conocido hasta ahora. Ergo el sacamantecas es eficaz. De ahí la condecoración.
Los paraísos fiscales, al contrario, al no pertenecer al ámbito de «lo público», y requerir emprendimiento, ética floja, y coraje suicida, tienen la vida (y la amnistía fiscal) asegurada.
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