Opinión

El día en que Fidel Castro estuvo en Salamanca

[dropcap]F[/dropcap]ue el día 13 de octubre de 2005 cuando Fidel Castro recorrió las calles de Salamanca. En esa fecha comenzaron a llegar a la ciudad los presidentes y jefes de Estado participantes en la Cumbre Iberoamericana, y la gran incógnita era si el presidente de Cuba asistiría a las sesiones.

Aquella noche por Salamanca corrió la voz desbocada de que Fidel Castro había llegado. Sobre todo, porque un taxista juraba que lo había llevado a la Plaza Mayor, donde se quedó extasiado con el recinto iluminado. También otro taxista porfiaba que lo había visto por la calle de San Pablo. Y así, a ese ritmo, empezaron a surgir gentes que garantizaban que el dirigente cubano ya se hallaba en Salamanca. Algún medio de comunicación llegó a publicar que, efectivamente, “el comandante” había decidido participar en la Cumbre. En fin, la especie se difundió a todo trapo entre la ciudadanía y fue creciente el número de personas que aseguraban haberlo visto con sus ojitos.

[pull_quote_left]Algún medio de comunicación llegó a publicar que, efectivamente, “el comandante” había decidido participar en la Cumbre.[/pull_quote_left]Así fue cómo Fidel Castro “estuvo” en Salamanca, porque cuando el día 14 la Cumbre comenzó oficialmente con la recepción e inauguración, el comandante Fidel no se mojó con la lluvia salmantina que se despeñaba de los cielos, aunque aún fue más intensa al día siguiente, cuando los coches oficiales con los mandatarios que subían –sí, subían, no bajaban– por la calle de San Pablo dejaban como la sopa a los pobres transeúntes y salpicaban con torrenteras sucias los muros, puertas y ventanas al pasar sobre los numerosos hoyos causados por el hundimiento de aquellos berroqueños adoquines que una concejal aseguró solemnemente que suponían “una obra para generaciones y generaciones”; el boquete más glorioso se encontraba en la esquina de San Pablo y Miñagustín: allí los coches presidenciales que se encaminaban a la Plaza Mayor arrojaban un hermoso penacho de agua sucia que suponía todo un prestigio para la ciudad…

Pero Fidel Castro, que tanta gente aseguró que “estaba” en Salamanca, no se mojó. El dirigente cubano no asistió a las sesiones simplemente porque nunca viajó a Salamanca, a pesar de los juramentos de haberlo visto por parte de un amplio número de personas, que durante horas lo plantaron en la ciudad.

Y la frustración hubiera sido doble si, como también se rumoreaba, no hubiera acudido Hugo Chávez. Pero, finalmente, el avión del presidente de Venezuela aterrizó en Matacán a mediodía del día 14, cuando ya los asistentes a la Cumbre se encontraban en la sala del Palacio de Congresos asistiendo a un espectáculo de flamenco de María Pagés durante la sesión cultural inaugural. Asistencia tardía claramente calculada: así se hacía notar con el suspense sobre la presencia y con la llegada en medio de un acto en el que entró con todo su aparato de movimiento. Creo que fui el único periodista que lo vio llegar al recinto, porque coincidió que servidor salía corriendo para entrar a la hora del informativo en la emisora justo en el momento en que él se bajaba del coche y se abotonaba su chaqueta cruzada azul con botones dorados sobre pantalón gris. Ese otro comandante sí llegó…, y fue quien más jaleo armó: primero con la manifestación bolivariana al anochecer y, al día siguiente de la Cumbre, con una torrencial rueda de prensa en un hotel junto a La Alamedilla. Fue el último en llegar, pero también el último en irse.

En fin, que con la muerte de Fidel Castro salta el recuerdo de aquellos días inciertos sobre su presencia o no en Salamanca, fechas en las que se pudo advertir el efecto que surte un rumor desmandado que, sin bridas, corrió desbocado por el solar salmantino. Porque, amigos, era evidente: Fidel Castro “estaba” en Salamanca, mientras los cielos arrojaban agua también sin freno sobre la ciudad.

— oOo —

Deja un comentario

No dejes ni tu nombre ni el correo. Deja tu comentario como 'Anónimo' o un alias.

Te recomendamos

Buscar
Servicios