[dropcap]L[/dropcap]a semana última iniciamos un nuevo artículo de varias entregas. En ese sentido, en la primera parte del tema nos ocupábamos del alargamiento de la crisis, y ya nos ocupamos del caso de los precios del petróleo. Hoy seguimos con las razones de ese alargamiento, con el tema de la desaceleración de emergentes, la banca y la guerra de divisas, y la Bolsa.
Desaceleración de emergentes
A la desaceleración de la economía china nos referimos más adelante algo más in extenso, pero en esta primera visión panorámica de la economía mundial, cabe decir que la disminución de compras de crudo y toda clase de materias primas por China, hizo entrar en recesión, o en un cierto estancamiento, a las economías emergentes de Brasil, Sudeste Asiático, etc.; todas las cuales han visto depreciarse sus respectivas monedas, hasta límites insospechados, en un juego claro de devaluaciones competitivas.
En esa tendencia de desaceleración está India, que mantiene expectativas de fuerte crecimiento; desde que asumió sus poderes el primer ministro Narendra Modi, en 2014. En gran medida por su orientación de redimir a los colectivos más pobres, en lo que tiene un largo recorrido, pues en India conviven “lujo y miseria en pleno siglo XXI”.
India es una superpotencia emergente, cierto que con un desfase importante respecto a China, pero que contribuirá a cambiar la economía global. Con una subida del PIB del 7,4 por 100 para 2016, será el país grande que más crezca según cálculos del FMI, aunque el 30 por 100 de sus casi 1.300 millones de hindúes seguirán viviendo en la más absoluta pobreza y sus gigantescas ciudades continuarán siendo tan caóticas e infernales como Calcuta”.
En el otro gran país emergente, Brasil, las cosas no van demasiado bien: el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, tras la caída de la Presidenta Rousseff, propone reinventar el sentido y la dirección de la política brasileña. “si no, el descontento volverá a echar al pueblo a las calles, para protestar contra quién sabe qué, y a favor de qué. El reto es volver a tejer los hilos que puedan unir el sistema político a las demandas de la sociedad”.
Por lo demás, hemos de seguir con atención la política del Presidente Macri con sus planes de liberalizar inversiones extranjeras en pro de una nueva Argentina.
Banca y guerra de divisas
También contribuye a la prolongación de la crisis el hecho de que el sector bancario está bajo mínimos en no pocos países. Como consecuencia de la política de reducción de tipos de interés impulsada desde los bancos centrales (Reserva Federal, BCE, China, Japón, etc.), para estimular un crecimiento que no acaba de hacerse firme y autosostenido; estimándose que ya no basta simplemente con medidas monetarias. Sobre el nivel de tipos de interés, es buena muestra en el interbancario, en Europa: el Euribor.
Frente a la política de los bancos centrales, ya son muchos los que opinan que están quedándose casi sin munición; sólo quedaría el helicóptero del dinero, sobrevolando las grandes ciudades para lanzar billetes de 100 euros y estimular la demanda. Aunque las cosas tendrían que empeorar muchísimo antes de llegar a eso.
Y como sostiene Jorge Yzaguirre, de Bolsas y Mercados Españoles (BME), los ejecutivos bancarios tienen que ocuparse de hacer frente a una profusa regulación (Mifid II, en la UE, entre otras), que a gran número de profesionales no les da tiempo a sopesar la táctica a seguir, preguntándose si la siguiente crisis estará gestándose, y qué hacer para evitarla ¿De dónde podría llegar? “Nadie lo sabe aún”, es lo que se escucha con frecuencia.
[pull_quote_left]Habría que esperar cerca de 9 años para ver de nuevo el máximo de 2007 en el Ibex, una predicción por lo menos aventurada, de la volatilidad de las cotizaciones. Como también es cierto que el Brexit de junio de 2016, y la victoria de Trump en EE.UU., en noviembre, inducen cambios inusitados y dramáticos. [/pull_quote_left]Ese estado de cosas también se ve afectado por las reglas de Basilea III, esto es, por la regulatoria bancaria elaborada por el Banco de Pagos Internacionales (el banco central de los bancos centrales), que es mucho más exigente que antes de la crisis; presionando, pues, por un mayor volumen de recursos de core capital. Lo mismo que a escala UE está haciendo la Agencia Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés), con sede, tras el Brexit, todavía, en Londres, en noviembre de 2016; la banca europea tiene capital suficiente para afrontar un escenario hipotético de fuerte crisis económica, ya que se ha reforzado desde 2014. A pesar de lo cual, los grandes bancos españoles se sometieron al examen por el Banco de España, con la exigencia de aumentar sus “colchones de capital para 2019”.
Por su parte, el FMI ha sentenciado: “Demasiados bancos, demasiado débiles”, poniendo en claro que Europa debe avanzar de manera decidida hacia un proceso de consolidación, que reduzca el número de jugadores y supere el actual estado de «sobrebancarización» de la economía europea. Coincidiendo con lo que expresó el 27.V.16 el director del departamento de Asuntos Monetarios del FMI, el español José Viñals, que incluso puso cifra al exceso bancario europeo: un 30 por 100 de los activos de la zona euro –unos diez billones de euros–, apuntó, no generan rentabilidad suficiente. Y la realidad le dio la razón: el 27.IX.16, el Deutsche Bank se hundió en Bolsa, porque el Gobierno alemán se negó a ayudarle en su eventual y fuerte crisis de solvencia.
Por lo demás -observación postrera en estos temas-, ante la guerra de divisas que hay con las continuas depreciaciones y devaluaciones, parece necesario un nuevo Bretton Woods; esto es, la vuelta a un sistema monetario internacional en la idea de lo que se acordó en Bretton Woods-1944, que funcionó entre los años 50 y 1971, un periodo durante el cual los países occidentales disfrutaron de una cuasi-unión monetaria mundial de facto. Prevaleciendo hoy, por el contrario, la guerra de divisas.
Se trataría, pues, de considerar un nuevo sistema monetario internacional, que no se basara ya en el fetichismo del oro (John Maynard Keynes dixit), ni en una moneda ancla, sino que tuviera a la vista, sobre todo, el modo de funcionamiento del euro y su desarrollo.
Bolsa
En un informe como éste, no podía faltar una referencia a la bolsa, tomando como referencia la española, que el 7.XI.16 rememoró cómo nueve años antes, 2007, el Ibex marcó su máximo histórico en 15.945 puntos.
Para recuperar el nivel de 2007, el selectivo español tendría que subir un 44,07 por 100 desde los 8.918 del 7 de noviembre de 2016. Todo un reto para el principal indicador de los mercados bursátiles en España; que sufre la rémora del débil comportamiento del sector bancario, por las dudas sobre la capacidad para mejorar su rentabilidad, en un entorno de tipos en mínimos históricos.
Y también por las circunstancias de Telefónica, a la que el 7.XI.16 Moody´s rebajó el rating, dejándola a un escalón de bono basura; debido a su elevado endeudamiento (52.000 millones de euros), representando con los dos grandes bancos (Santander y BBVA), el 32,44 por 100 del Ibex.
Así las cosas, la Bolsa española es una de las más rezagadas de Europa en el objetivo de volver a registros récord de antes de la crisis. Sólo el Ftse Mib de Milán, con un gran peso también del sector bancario, está aún más alejado: el 62 por 100.
El índice CAC 40 de París debe recorrer asimismo un importante trecho del 33,96 por 100 hasta volver a los niveles de 2007. Sin embargo, el Dax Xetra de Fráncfort alcanzó un nuevo máximo en abril de 2015, y el FTSE de Londres tuvo sus máximos un año y medio atrás, antes del Brexit.
Con todo, volver a los 15.945 en el Ibex 35 no es una quimera, pero los inversores habrán de armarse de paciencia. “La tendencia de la Bolsa es a largo plazo y está ligada al crecimiento. Pero con la inflación tan baja sería razonable esperar una rentabilidad media anual de la Bolsa del 7 por 100”, argumenta Nicolás López, director de análisis de M&G Valores. De acuerdo con estas previsiones, habría que esperar cerca de 9 años para ver de nuevo el máximo de 2007, una predicción por lo menos aventurada, de la volatilidad de las cotizaciones. Como también es cierto que el Brexit de junio de 2016, y la victoria de Trump en EE.UU., en noviembre, inducen cambios inusitados y dramáticos. Pero como una vez dijo J.P. Morgan “lo que sube, bajará y lo que baja, subirá…”.
Seguiremos la próxima semana.
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