Opinión

La fuente de Roldán

Roldán y la Niebla Sulfurosa (dibujo de E. Jiménez).

 

-¡Buenas tardes! Mire, permita que le presente a C, de Tamames.

 

-¡Hombre! ¡De Tamames! ¡El pueblo de la fuente Roldana, o de Roldán!

-¡Pues sí! ¡Y precisamente quería hablar con usted de la fuente! Es que me ha contado, aquí, nuestro amigo, que se le da muy bien eso de desmitificar leyendas y allá en el pueblo hay una cierta inquietud sobre ello…

-No me extraña que haya interés… En mi opinión se deben mantener los mitos, pero no confundiéndolos con la historia. Es como si ahora alguien tratase de resucitar a los viejos dioses griegos o romanos con fines turísticos, pongo por caso. En muchos sitios se están reviviendo sus leyendas. Me estoy acordando, por ejemplo, de Xinzo de Limia, en Lugo, donde se recrea cada año el paso del «río del olvido» por los legionarios romanos…

-¡Algo así es lo que se podría hacer! ¿Noo? Porque el Roldán de nuestra fuente existió realmente ¿No es así?

-Bueno. Roldán sería un jefe militar entre las tropas que Carlomagno envió contra los moros de Zaragoza, allá por el 800. Mandaría la retaguardia durante la retirada, protagonizando la escaramuza de Roncesvalles, donde moriría con su hueste… Después se forjaron multitud de leyendas medievales en los famosos «Libros de Caballería».

-¿Y la de Tamames?

-Pero están ustedes hablando y hablando de la leyenda de Tamames y yo no tengo ni idea de que va. -intervino B– ¿No podrían contarme en qué consiste?

-Bueno. Yo ignoro cuando nació esa leyenda. La refiere Antonio García Maceira en un librito, allá por los comienzos de los años sesenta. Quizás hoy sea difícil de encontrar. El Ayuntamiento colocó una placa con el relato cerca de la fuente.

-¿Pero dónde está la dichosa fuente? Yo en el pueblo no la he visto…

-No. Es que está como a dos kilómetros en la carretera que va a Salamanca, a mano izquierda. Hay un letrero que la indica. Está en una oquedad a la que se baja por unos escalones. Llama la atención su olor a huevos podridos, que se debe a su contenido en azufre. El fondo de la arqueta tiene un poso blanco característico…

-¿Y es potable?

-No sólo lo es. Es muy saludable. Hace mucho tiempo hubo allí unas casas que acogían gente para tomar las aguas… Lo relatan varios autores, entre otros el gran Diego de Torres Villarroel

-¿Y la leyenda…?

-Bueno. Así, en resumidas cuentas, viene a decir que marchaba RoldánRoland, Rolando, Orlando, que de todas esas maneras se le conoce–, o su espectro, cabalgando en su caballo con una sed espantosa. Tanta era, que recordando a Moisés, arrojó su lanza y, donde se clavó, salió el agua milagrosa. El caballo, tan sediento como su amo, hincó sus rodillas para beber –he aquí el origen de la leyenda– y dejó sus huellas impresas en la roca.

-¡Qué interesante! Tendré que buscar el texto de… ¿cómo dijo que se llamaba? ¿Maciero…?

-Maceira. Antonio García Maceira. Yo les he contado el esqueleto de la leyenda, que él, y luego otros, rellenamos con mayor o menor fortuna literaria. Yo mismo la escribí en un artículo que se publicó en la revista Pliegos de Yuste. Puede encontrarse en la red

-Ah, síi. ¿Y qué hay que teclear?

-«Huellas del caballo de Roldán». (Consultar, aquí)

Bien. -intervino C- Pero la inquietud que hay en Tamames no es la de cambiar o mitificar la historia, sino saber si esas huellas son de caballo, o de dinosaurios, o de qué… Si fuesen de dinosaurios podría decirse que son los únicos de Salamanca y hacer, incluso, alguna estatua como las que «adornan» tantos pueblos de España a partir del mismo cuento. ¡El tirón turístico, que tanto dinero produce! ¿Comprende?

-¡Ya! ¡Ya! ¡Poderoso caballero…! ¡Pues lo siento mucho, porque no son huellas de caballo, ni de dinosaurio, ni siquiera huellas…!

-¡Ah, noo! Y eso, ¿cómo se sabe?

-Pues… Pero se está haciendo tarde… ¿Qué le parece si se lo explico mañana…?

-Bueno…

3 comentarios en «La fuente de Roldán»

  1. Hola, soy José natural de Tamames, es cierto no hay huellas de caballos alguna en los alrededores de la fuente, he bebido muchas veces en ella, visitó el lugar cuando voy a cazar a Tamames, y cuando me da sed la visitó.Hay que taparse la nariz para beber,de ella, su olor azufre es desagradable, pero quita la sez, supongo que a Roldan y a su caballo le ocurrió lo mismo

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