[dropcap]L[/dropcap]as razones (o las sinrazones) por las que el PSOE o su gestora han tenido a bien apoyar -de manera incluso violenta contra sus propias filas- al gobierno de Rajoy, sólo pueden articularse de manera conjuntiva o disyuntiva, aunque siempre con un fondo de oscura y recóndita motivación.
O lo han apoyado por sintonizar con su proyecto político y prácticas neoliberales, con su ideología y logros en materia de recortes, o lo han apoyado huyendo de un test electoral en el cual se temen no lograr el aprobado. O por una cosa «y» la otra al mismo tiempo, opción esta última que parece la más probable, dados los antecedentes simbióticos y de compadreo mutuo.
Es más, puede ocurrir que una coincidencia de propósitos e intereses entre las dos patas del PPSOE, se enmascare como disyuntiva desesperada y salvífica, una especie de egoísmo disfrazado de altruismo, un partido único vestido de responsabilidad heroica.
De un modo u otro, y evidentemente por no hacer las cosas bien, arrastrando desde hace demasiado tiempo un problema grave de falta de coherencia y autenticidad, el PSOE ha pasado de temer los referéndums (coco de Almunia) a temer ahora ya también las elecciones generales. Mal asunto.
En cualquier caso, la razón de la sinrazón que a las aspiraciones de la izquierda política de nuestro país se le han hecho (una vez más) con esta decisión tan poco sensata, no ha hecho sino iniciar el despliegue de su potencial destructor, al entronizar y dar por buena una «normalidad» inspirada en Rajoy (se dice pronto), es decir, una normalidad basada en planteamientos radicales y leyes extremistas (no sólo Aznar lo es), de muy difícil retorno. Ese apoyo ha sido combustible y aliento para la ofensiva ideológica que devora imparable y ya sin freno el Estado de bienestar (ahora toca pensiones), un nuevo y renovado impulso -regalo de los “socialistas”- para las victorias, parece que de momento irreversibles, de la derecha ultramontana contra los ciudadanos y sus derechos.
[pull_quote_left]Deprime pagar a un precio tan alto para los ciudadanos, esa incoherencia y doble discurso del PSOE, con su correspondiente miedo cerval a las urnas y a sus propios militantes.[/pull_quote_left]Deprime pagar a un precio tan alto para los ciudadanos, esa incoherencia y doble discurso del PSOE, con su correspondiente miedo cerval a las urnas y a sus propios militantes. O unos intereses tan estrechos como vanos, cuya primera consecuencia visible fue rescatar viejos rostros del «aparato”, marcados por el olvido o el descrédito. Eso sí que es una renovación apolillada.
Fue rodar cabezas en la noche de los cuchillos largos, y salir muertos vivientes del armario «socialista», como aquellos ya descartados que encontraron refugio y pesebre en Bruselas y otros antros.
Leo en la prensa de estos días un intento de justificación del apoyo “socialista” a la política radical de Rajoy, esgrimido por Rubalcaba, que solo puede calificarse de patético. Viene a decir que han apoyado al gobierno de Rajoy, ante el temor de que convocadas nuevas elecciones pudiera salir un gobierno de Rajoy.
En esa línea de argumentación contundente, y como estaban tan a disgusto con ese apoyo, lo primero que hicieron fue pactar a toda prisa –con Rajoy- un intercambio de cromos, es decir, de pesebres, con el turbio asunto de la comisión-premio para el exministro de la caza de brujas. Debe ser que hasta en eso de cazar brujas están de acuerdo.
También C’s -que no se pierde una- estaba metido en ese berenjenal del premio a Jorge Fernández Díaz, un modo un poco raro de combatir la corrupción, principal bandera de esa formación política patrocinada por el IBEX.
Como si el IBEX tuviera algún interés en combatir la corrupción.
Como todo esto huele bastante a fariseísmo e hipocresía, dicho no como insulto sino con exactitud testamentaria, no debe extrañarnos que se prodiguen y se vayan prodigando en el futuro nuevos ejemplos al respecto. Y así, el haber frustrado (reventado sería más exacto) la iniciativa sindical para lograr una dignificación “europeísta” de nuestro salario mínimo, lo venden ahora los “socialistas” como un gran servicio prestado a los trabajadores. O vemos que los mismos que pusieron los servicios estratégicos de la energía y demás sectores fundamentales para una nación, en manos de intereses privados, desregulados, y salvajes (quizás a cambio de una puerta giratoria y otros regalos), ahora quieren hacerse con la bandera de la protesta contra la pobreza energética que causa muertes.
Recordarán que dijeron entonces, muy imbuidos del catecismo thatcheriano (con esa fe ciega tan propia de conversos): “esa libre competencia en la prestación de los servicios, es muy sana… se abaratarán los recibos”. Lo que no nos dijeron es que esa libre competencia no existía, y que lo que hay en el fondo es cotarro y mafia. Es decir, que iba a pasar justamente lo contrario de lo que nos prometían. Bien sabían ellos que esos héroes de la libertad son bastante villanos, y tienen la costumbre de socializar sus errores, sus desfalcos y sus pérdidas, y hasta las sentencias condenatorias de los tribunales.
Dicho con ánimo terapéutico: te curará quien bien te diagnostica, no quien te ha suministrado el veneno.
Y ya concluyendo en clave optimista: con esta nave de los locos donde el tuerto es rey y Rajoy almirante, la recuperación de los derechos sociales tiene escaso futuro, y hasta los simples gestos retóricos y sin sustancia (esas migajas que nos arrojan a la cara), se hacen sin convicción y a las rastras, por la presencia en segundo plano de un resto de oposición, que no es precisamente la de la gestora de Susana Díaz.
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