Opinión

Variscita

Cuentas de collar de un ajuar funerario prerromano, de variscita.

 

Variscita en bruto, pulida.
Variscita en bruto, pulida.

– Hace tiempo que le quiero preguntar una cosa. ¿Qué es la variscita? ¿Lo sabe?

 

– ¡Claro! Es un fosfato de aluminio hidratado, de un color parecido al de las turquesas. Se emplea en bisutería, no mucho porque no es muy abundante. ¿Qué le llama la atención?

– Es que hace poco visité un museo y una gentil azafata me estaba mostrando un ajuar funerario, no sé si vetón o vacceo, y me sorprendió que la única palabra técnica que empleó fue la de este mineral…

– A lo mejor era porque tenía algún abalorio hecho con esta gema. Sí. Es un mineral que se ha vuelto muy popular, asociado casi siempre al nombre de Zamora.

– ¿Ah, síi? Supongo que será porque procede de allí. ¿Noo?

– Así es. Pero tiene una historia muy curiosa. Antes de 1968 no lo conocía casi nadie. Fue definido así en Salamanca, en uno de los primeros números de la revista Studia Geologica, por un equipo en el que estaban Antonio Arribas, José María Martín Pozas, José Nicolau y alguien más de quien no recuerdo el nombre. A partir de ese momento su fama ha ido creciendo…

– Pero… ¿cómo dice que se descubrió en 1968, si las cuentas de collar que vi eran prerromanos?

– Verá usted. Son conocidas por los arqueólogos desde hace mucho, pero pensaron que eran turquesas. ¿Donde hay turquesas y cómo las conocían aquellos pueblos del Oeste Peninsular? Se supuso que procedían nada menos que del Sáhara, lo que implicaba un importante comercio transmediterráneo.

– ¡No me diga! ¿Tan avanzados estaban?

Variscita tallada.
Variscita tallada.

– Todo puede ser… Pero no. La determinación de que aquellas cuentas de collar eran de variscita y que este mineral se encontraba en las antiguas explotaciones de Palazuelo de las Cuevas, en Zamora, tiró aquellas teorías sobre supuestos contactos con África por la borda. Análisis detallados posteriores demostraron que esta localidad zamorana era el origen de aquellas antiguas joyas.

– O sea, que en este caso, la Geología sirvió para desmitificar una corriente comercial muy sofisticada para aquella época…

– Pues sí. Se han dado muchos casos parecidos. Determinaciones mineralógicas o petrológicas erróneas pueden dar lugar a falsas o menos probables teorías. Me viene a la memoria algo que se sabe desde hace tiempo pero que sigue sin tenerse en cuenta.

– ¿Y qué es ello?

– Se trata del famoso ídolo de Ciudad Rodrigo, que se encontró hace muchos años y que se custodia en el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid. Se sigue diciendo que la roca en que se inscribió la figura antropomórfica es un basalto…

– Es cierto. Así figura en la etiqueta del museo y en las publicaciones.

– ¿Y dónde hay basaltos en Ciudad Rodrigo? ¡A varios cientos de kilómetros los más cercanos!

– ¿Y entonces…?

– Sólo he visto una publicación que diga que se trata de una «grauvaca». Pero este tipo de roca es demasiado blanda. No. El ídolo de Ciudad Rodrigo es de DIABASA.

– ¿Diabasa?

– Sí. Se trata de una roca filoniana; no volcánica como los basaltos. Y son relativamente frecuentes en la cercana Sierra de Gata. Me contó en cierta ocasión el profesor Luis Carlos García de Figuerola que en algunos diques había encontrado restos de fundiciones, como si aquellos hombres hubiesen pretendido extraer «in situ» el mineral que portaba este tipo de roca.

El ídolo de Ciudad Rodrigo (Museo Arqueológico Nacional)
El ídolo de Ciudad Rodrigo (Museo Arqueológico Nacional)

– ¡Qué sencillo parece, cuando se saben las cosas…! Y volviendo a las variscitas, ¿qué pasó para que fuesen olvidadas?

– Los romanos siguieron explotando las zanjas de Palazuelo anteriores a ellos. Y los primeros musulmanes, también. Como es sabido, Alfonso I aplicó una táctica de «tierra quemada» en toda la región, que impidió el avance cordobés cuando estaba en todo su apogeo. En el siglo X Alfonso III repobló su amada Zamora. Pero poco después se organizó una potente razzia musulmana que partió de Mérida con la intención de apoderarse de «las minas de turquesas». Le diré -seguro que no lo sabe- que el nombre de Zamora, según algunos, deriva del de estos minerales, en árabe, aunque algunos lo traducen como «esmeralda». Bien, pues el caso es que hubo una batalla en los alrededores de la ciudad y el descalabro fue tan grande que dicen que no había familia emeritense que no hubiese tenido bajas en la refriega. Fue uno de esos días tristes en el recuerdo musulmán, cantado como «el día de Zamora» nada menos que en «Las Mil y Una Noches«.

– ¿Y luego…?

– Luego las turquesas fueron totalmente olvidadas, tanto por los moros como por los cristianos. Y así llegamos al siglo XIX, sin que fuesen citadas por los ingenieros de minas decimonónicos que estudiaron la provincia. Mejor dicho sí se citaron pero no redescubrieron el lugar, tratando la información como si fuese una vieja leyenda. Oí que un avispado geólogo alemán, de los que vinieron con la Legión Cóndor durante nuestra guerra civil en busca de wolframio, se percató del posible negocio mineralógico, que supo aprovechar después de la contienda. Pero nunca dijo la procedencia del mineral. Y así llegamos a 1968.

-¡Pero qué cosas más interesantes cuenta! ¡Y qué desconocidas son! ¿Sabe de más casos de errores geológicos que han motivado teorías arqueológicas equivocadas?

Algunas más sé. Se las contaré en otra ocasión. ¿Vale?

-De acuerdo. Hasta mañana.

10 comentarios en «Variscita»

  1. Cada día me sorprendes Emiliano. No sabía ni del ídolo de Ciudad Rodrigo ni de la variscita. Tampoco que Zamora saliese en las mil y una noches, pero eso tendrás que explicarlo más despacio en una próxima ocasión…

    Un abrazo y hasta pronto,

    Emilio

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    • La vida nos sorprende cada día con nuevos pensamientos, con nuevos aconteceres, con nuevas ocurrencias… Hay que dejarse llevar por la corriente…, y caer por la cascada…
      Un abrazo

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  2. Sin duda alguna merece la pena revisar algunas concepciones y «descubrimientos». No sea que un día algún «ídolo» se nos disuelva en el agua de lluvia…
    Gracias por compartir tu sabiduría Emiliano!

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    • La vida es así: hay que estar despierto a los nuevos hallazgos, a las nuevas visiones que nos hacen tener NUEVAS IDEAS. No es bueno cerrarse en lo que hasta hoy ha sido verdad, pues la VERDAD ABSOLUTA sólo la sabe Dios.
      Un abrazo

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  3. Qué interesante Emiliano. Sabes, hace años trabajé haciendo el Inventario arqueológico de la Provincia de Zamora y una de las poblaciones en la que trabajamos fue Palazuelo de la Cuevas y sus minas de variscita. Y, efectivamente, las cuentas de variscita son relativamente frecuentes en los ajuares funerarios de los dólmenes.
    Un abrazo.
    Flor

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    • Querida amiga: se supone que la variscita puede ser conocida y utilizada por el Hombre desde el 6.000 a.C. ¡Nada menos! Es un trozo olvidado de nuestra Historia, de nuestra riquísima Historia, tan envidiada y ninguneada por tantas naciones envidiosas.
      Un abrazo muy grande

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    • ¡Cuántas cosas hay que nos pasan desapercibidas y un día alguien nos enciende una lucecita en nuestro interior! ¡Y cuántas sabemos que los demás ignoran!
      Afortunadamente yo he tenido la oportunidad, gracias a este periódico, de aportar un poco de lo que conozco para alegrar vuestra vida, enseñando y distrayéndoos. Ello me mantiene joven y vivo. ¡Ojalá me dure mucho esta juventud!
      Un abrazo muy, muy fuerte, amigo anónimo

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