[dropcap]P[/dropcap]asear con Jesús Málaga es tener la wikipedia salmantina abierta en el móvil, porque siempre encuentra un detalle para contar que sorprende al escuchante. En esta ocasión, la entrevista se desarrolló en una cafetería. Este local, dijo Málaga, era donde el sastre Celso García tenía el comercio y además, fue una logia francmasonería.
¿Qué le queda de aquellos afrancesados a Salamanca?
A Salamanca poco. Todos los grandes espíritus progresistas se fueron por la alcantarilla. Ahora, estoy documentándome para un libro, que serán tres volúmenes, que es la vida cotidiana de Salamanca desde 1898 hasta 1979 y veo que hubo pocos afrancesados.
Es niño del barrio de San Benito y tenía unas confrontaciones terribles con los niños de Santo Tome…
Sí, pero cuando venían los niños del barrio Chino… Nos metíamos todos en casa. (Carcajada)
¿Hay mucha diferencia entre la Salamanca que se vive como ciudadano a la que existe siendo alcalde?
En ciertos aspectos sí y en otros no. Para ser alcalde tienes que amar la ciudad y viviendo, como he vivido yo, en la zona antigua, es imposible no adorar Salamanca. Adoro cada piedra. Todo lo que hacía era para engrandecer la ciudad. Lo que ocurre es que cuando ejerces como alcalde te encuentras con personas que no quieren esto, sólo quiere sus perrinas y el resto le importa poco.
¿Qué fue lo más duro como alcalde?
La peatonalización de las calles. Hicimos que Salamanca fuera la ciudad más peatonalizada de España. Todas aquellos comerciantes, que se hicieron multimillonarios porque dejaron los comercios a las multinacionales,…
La calle Toro es Inditex…
(Risas) Pues se hicieron de oro por la peatonalización. Sin embargo, fueron combativos hasta la nausea. Insultantes.
¿Por qué?
Porque sólo veían su pequeño negocio. No han sido capaces de reconocerlo, salvo una persona que estuvo a favor de la peatonalización, el dueño del Barato. Por circunstancias familiares viajé mucho a Alemania y a Centro Europa y veía que la peatonalización era una cosa de futuro. Salamanca es una ciudad de lujo y hay que enseñarla despacito, paseándola,…
No en coche…
No, en coche no. De hecho, nosotros hicimos un estudio sobre la utilización del coche en Salamanca. Cogían el coche para recorrer de media entre 25 y 30 metros. Era una cosa de chiste. Además, los medios conservadores apoyaban la no peatonalización y nos echaban la bronca todos los días. Por lo que decidimos hacer la peatonalización de una vez, no calle por calle. Se acordaron de mi padre, de mi madre, de mis hermanos,…
¿Qué pasó después?
El PP fue a las elecciones y las ganó. Tenían en el programa que iban a quitar la peatonalización. No lo hicieron. Incluso ahora, este alcalde quiere seguir con la peatonalización de las calles.
¿Esto fue lo más duro?
Desde el punto de vista personal sí, porque era luchar contra la cerrazón de unas personas que sólo tenían en mente su negocio, como si fuera un lavadero para recoger la peseta de hoy, sin ver la de mañana.
Si volviéramos a 1979. ¿Se volvería a presentar?
No lo sé.
Fueron los primeros, desconocían lo que iba a suceder. ¿Cuánto hubo de temerario en aquellas listas?
Mucho. Lo describo en el libro de memorias. No sabía lo que era un depositario, no conocía la administración municipal. Era médico y profesor. Estaba metido en el mundo académico. Pero, todo el mundo universitario de aquella época, éramos antifranquistas. Queríamos que se fuera Franco y la dictadura. El Partido Socialista se puso en contacto conmigo, me sentí cómodo con sus ideas y entré en el juego, pero desconocía totalmente el tema.
¿El entusiasmo lo puede todo?
Los primeros ocho años fueron maravillosos.
Tiene que haber muchos momentos imborrables en sus años como alcalde…
Sí, muchos. Me quedo con las personas que he tenido el privilegio de conocer, tanto anónimos como públicas. En las memorias, el lector va a ir conociendo estos momentos. Además, la alcaldía me dio una visión de que esta ciudad es muy superior en sí misma y en su proceso histórico a todos los salmantinos que vivimos en la actualidad. Somos herederos de muchas personas. Te cuento: cuando fui a Ginebra con José Antonio Pascual para promocionar la Capitalidad Cultural, veo en el salón de las Naciones Unidas que está representada toda la ciudad de Salamanca y yo era el alcalde de esa ciudad, casi me echo a llorar. Piensa: Yo, un muchacho del pueblo, alcalde de una ciudad que está en un salón donde se reúnen personalidades de todo el mundo. Eso trasciende a todo.
¡Qué pena que pensemos que somos imprescindible!
No, no lo somos. Además, Salamanca va a menos. Fui alcalde de una ciudad de más de 180.000 habitantes y ahora hay 150.000, y la provincia está desaparecida. Hablé de la despoblación hace 25 años y nadie hizo caso.
¿Qué se podría hacer para recuperar los 180.000 habitantes?
Creo que la pluralidad. Esta ciudad y esta provincia ha puesto todos los huevos en la misma cesta, que es el Partido Popular, y ha sido malo, porque la pluralidad es necesaria en política para que entren nuevas ideas. Igual que nosotros nos tuvimos que ir y vinieron ellos, ellos tienen que dejar paso, porque la ciudad necesita oxígeno y eso en Democracia sólo se consigue con la alternancia.
En las pasadas elecciones el Partido Popular ganó en todos los colegios electorales…
La izquierda siempre está dividida y no hay conciencia de clase. Además, en Salamanca no hay jóvenes. Es una ciudad de viejos y siempre van a votar el conservadurismo. Es duro lo que estamos diciendo.
Lo sé.
Ahora ya de viejo puedo decirlo.
Me duele mucho Salamanca,…
¡Pues imagínate a mí!
Es una ciudad que no nos merecemos y no la conocemos.
Quien no quiere, no ama su espacio más cercano, difícilmente puede amar el resto. Los que dicen: Soy español y amo España, no sé qué pensar de ellos. Primero, hay que amar a tu ciudad, luego a tu provincia y después viene España, pero no al revés. Si lo que tienes al lado, no lo amas,… mal asunto.
Hay personas que se llenan la boca con la palabra España…
Sí y ese nacionalismo español está haciendo que Cataluña y el País Vasco se alejen, porque los están insultando y despreciando.
Los comuneros también fueron separatistas.
Se querían separar de España. Estaban representando al pueblo. Por eso muchas veces, cuando hablamos de Cataluña y el País Vasco no podemos solucionar ese problema desde un nacionalismo español. Al revés, hay que apoyarlos, intentar reconocer su cultura, porque si no vamos mal.
Volvamos a Salamanca. Durante varios años, La Crónica de Salamanca, irán desgranando el libro: ‘Desde el balcón de la Plaza Mayor: Memorias de un alcalde’. ¿Los lectores se van a sorprender?
Espero que lo disfruten. Cuento los doce años de alcalde, más el tiempo en las Cortes de Castilla y León y los ocho años de subdelegado del Gobierno. En este recorrido, recojo mi perspectiva de los primeros años de Democracia. Además, está contrastado todo para evitar problemas. No ahorro nada, incluso cuando cometí errores, también están incluidos.
Ustedes fueron temerarios, pero, Jesús, ¿cree que ahora está demasiado pensada la política?
Voy a ser muy sincero. En aquella época ejercimos de políticos personas que veníamos de la calle y ahora, ejercen de políticos personas que se han institucionalizado en política. Hay un peligro: aquel que entra en política y se hace político profesional. Es decir, para entrar en política tienes que haber desarrollado previamente una profesional, la que sea, y haber demostrado tu capacidad laboral. No es bueno que las personas salgan de la Universidad y se metan en la política. Hay otro peligro que es, cuando los grupos políticos se encierran en sí mismo y no se abren a los demás, porque hacen como ese dicho: Con Dios me acuesto, con Dios me levanto, con la Virgen María y el Espíritu Santo.
Si eres político profesional, te amarras al sillón con uñas y dientes. En los ochenta teníais ideas políticas. ¿Las hay ahora?
Hay una crisis institucional en Europa gigantesca que no sé dónde nos va a llevar. Espero, por el bien de todos, que se solucione. Primero, la derecha está en una situación realmente mala, hay corrupción en España, en Francia,… Por otro, la socialdemocracia está hecha unos zorros, no sabemos a dónde vamos. Luego han aparecido partidos como Podemos, que parecía que iban a ser un revulsivo y tienen personalismo que han desilusionado a muchas personas. Y por otro lado, tienes a Trump o a Putín que son amigos y meten miedo. En estos momentos, siento un cierto miedo, casi intelectual, como el que tuvieron los que vivieron la llegada de Hitler al poder en los años 30, porque son los momentos en los que aprovechan todas esas personas, que están locas, para acceder al poder, cuando todos los partidos serios y competentes están en unas horas bajas.
Esas personas han llegado a través de unas elecciones…
Sí, pero por una razón, los votantes confiaban en unos partidos que los han defraudado, porque los representantes de estos partidos están pensando más en su bolsillo y en su puesto que en lo que le están reclamando. Un partido socialista no se puede sostener sin ir a los barrios, hablar con los vecinos,… si está solamente metido en un laboratorio de ideas, no se sostiene. A los partidos de derecha, esto le vale, pero a la izquierda no. Pero, tampoco puedes hacer una política del siglo XX, en el siglo XXI, porque este siglo está reclamando otro tipo de política.
3 comentarios en ««Salamanca es una ciudad de lujo y hay que enseñarla despacito»»
Cuando el entrevistado y el entrevistador son personas extraordinarias no puede salir sino una joya del periodismo, que colocan al diario en que salen en el primer lugar por su calidad e interés. ¡¡¡ENHORABUENA!!!
¡ Cuanto se echan de menos los tiempos en que el Ayuntamiento de Salamanca tenía a Jesús Málaga como alcalde!
Buffff