- Muchos casos de acoso escolar no se abordan por restarle importancia a los síntomas que presentan las víctimas
- Nace en Salamanca la Asociación Salmantina contra el Bullying y Ciberbullyin (Ascbyc) para ayudar a víctimas y familiares
El acoso escolar o bullying es un problema creciente en las aulas, que en otros puntos del país está teniendo desenlaces dramáticos. En muchas ocasiones no se saben detectar los síntomas que manifiesta la víctima y en otras no se les da mayor importancia por considerar que «son cosas de niños» y no se les escucha.
Para tratar de prestar apoyo a las víctimas y a sus familiares acaba de nacer la Asociación Salmantina contra el Bullying y Ciberbullyin (Ascbyc). Su presidenta es Carmen Guillén. «Nacemos para prestar apoyo psicológico o del tipo que requiera la persona que recurra a la asociación», explica.
Guillén alerta de que el acoso escolar es «un problema creciente también en Salamanca«, que empieza en Primaria y luego sigue en la ESO, «aunque este ya es distinto». La víctima suele recibir mucha agresión verbal «y de ahí se pasa a la física, a agresiones en redes sociales por WhatsApp, usurpándoles la identidad y exclusión social», comenta.
Se considera acoso cuando un menor sufre una situación de hostigamiento verbal o físico «que no es esporádica, sino a diario. Es algo distinto a una pelea entre niños», apostilla.
No hay un perfil claro sobre el acosador y la víctima, pero el acosado «no es débil. Muchas veces se les ataca en grupo».
La letra
Miguel Pérez, criminólogo que colabora con la asociación aportando sus conocimientos en grafología para detectar indicios de acoso en las variaciones grafológicas de la víctima y abordar su tratamiento, explica que la mejor forma de solucionar un caso es «escuchar, que la víctima pueda contarlo y reciba el apoyo de familiares y profesores», pero señala que suele ocurrir que «cuando el chico lo cuenta se suele decir que son cosas de niños y no se le hace mucho caso y no se hace nada y la víctima no sabe a quién contárselo. Por eso también está la asociación, para que nos lo cuenten».
La víctima del acoso escolar suele presentar síntomas que deben hacer saltar las alarmas en el colegio y en su casa. «No duermen, no quieren ir al cole, tienen ansiedad, fobias, dolor de cabeza o de tripa,… cada caso es distinto», matiza Carmen Guillén.
Además de variaciones en su comportamiento suele experimentar otras incluso en la escritura que son fruto del acoso. Ahí es donde entrarían los profesores, si detectan un cambio en la forma de escribir de los pequeños. «La víctima presenta variaciones en la presión (que ejerce al escribir) y variaciones en la dirección de la escritura. Un niño o niña deprimido tienen una escritura sinuosa y decreciente. Una persona comunicativa y con buenos contactos sociales inclina su letra hacia la derecha. Si la letra se inclina hacia la izquierda es síntoma de que es una persona retraída, y eso es algo que pueden identificar los profesores. Por eso demandamos que a los profesores, iguale que aprenden habilidades sociales para tratar con los niños, tengan conocimientos en grafología para prevenir el acoso», comenta Miguel Pérez.
Del mismo modo, se puede ver una personalidad agresiva, brusca, violenta y airada detrás de una escritura «que no respeta los márgenes y hay muchos ganchos y arpones en las letras».
Un examen posterior de un grafólogo puede llegar a conclusiones más acertadas y quizás evitar situaciones de bullying.
De cualquier modo, la mejor prevención es «escuchar a los acosados y a sus familias y que se formen los profesores».
Asociación Salmantina contra el Bullying y Ciberbullyin (Ascbyc): 644 888609