Opinión

Ríos que se ocultan

Esquema de un río que se oculta bajo piedras caballeras, que forman una barrera permeable (dibujo de E. Jiménez).

 

– El otro día me dijeron que cerca de Salamanca hay un río que se oculta bajo piedras y vuelve a surgir como a medio kilometro, como si fuesen los «Ojos del Guadiana».

 

– ¡Hombre! ¿No será el río Margañán?

– Pues sí. ¿Es que lo conoce?

– He estado allí varias veces. Me gustaba mucho el lugar…

El río Margañan, al llegar a "Las Cuevas" desaparece entre las piedras caballeras (Cabezas del Villar, Ávila) (foto: E. Jiménez).
El río Margañan, al llegar a «Las Cuevas» desaparece entre las piedras caballeras (Cabezas del Villar, Ávila) (foto: E. Jiménez).

– ¿Dónde está?

– En Cabezas del Villar. En el lugar conocido por «Las Cuevas», casi en el límite de la provincia de Ávila con la de Salamanca. Pero no es ese el único que conozco donde se da ese fenómeno… Sé de otros dos.

– ¿Y cómo se forma?

– En los tres casos que he visto el río llega a una zona de piedras caballeras que forman una barrera permeable en el fondo de un valle. Los huecos entre los bloques pétreos permiten el paso del agua sin que se estanque…

– ¿Piedras caballeras? ¿Por qué se llaman así?

– Pues mire… Hay zonas en los paisajes graníticos en los que la densidad de diaclasas es grande. Las diaclasas son las fisuras, las roturas que se dan en la roca. En ellas la erosión es mayor, de modo que en poco tiempo la intemperie forma pequeñas grietas que se van agrandando más y más. Como hay también algunas diaclasas que son, digamos, horizontales, o mejor dicho, transversales, el conjunto queda formado por poliedros de roca que, al erosionarse, forman bloques de forma caprichosa, que parece como si se acumulasen unos sobre otros. Esas son las «piedras caballeras».

– Ahora que lo dice, las he visto en muchas ocasiones. Parecen lugares mágicos y siempre pienso, al verlas, en la impresión que les causaría a los pueblos primitivos… A nuestros antepasados… ¿Y en el río Margañán…?

– La primera vez que estuve en «Las Cuevas» me dijeron que aquellos bloques se habían desprendido ladera abajo. Pero…, ¿de qué ladera, si el relieve es muy suave? No. La acumulación se forma por erosión pluvial y fluvial de las diaclasas, «in situ«, es decir, sin que haya ningún transporte de bloques.

– ¿Y se puede uno meter por dentro, entre los bloques?

– Cuando el río va seco, en verano, se puede hacer. Pero muy poco… Cuando no, fluye subterráneo como medio kilometro, puede que más. Es muy sugerente recorrer la ladera del valle cubierto por los bloques. Algunos son enormes. En cierta ocasión intente bajar por una grieta y llegué a ver el agua, que corría muy deprisa abajo, bulliciosa y saltarina… La salida entre las piedras forma un amplio remanso en un paisaje suave… Pero no la pude ver nunca, oculta entre zarzas y vegetación apretada. ¡A lo mejor se puede intentar una aventura bien organizada de exploración de ese cauce oculto!

Puente de La Fonseca en el río Corneja (Villar de Corneja, Ávila) (foto: E. Jiménez).
Puente de La Fonseca en el río Corneja (Villar de Corneja, Ávila) (foto: E. Jiménez).

– ¿Como en el río Garona?

– Algo así… ¿Sabe que yo conocí a Norbert Casteret, el espeleólogo que dicen que lo consiguió?

– Leí que este famoso explorador arrojó varios sacos de fluoresceina en un sumidero, en tierra española, y las aguas del manadero del Garona aparecieron, poco después, teñidas…

– Sí. Pero ese hecho no se debe a Casteret, sino a don Eduardo Hernández Pacheco, y los sacos eran de violeta de genciana…

– ¡No me diga! ¡Parece como si los méritos de los españoles no fuesen tenidos en cuenta!  ¿Y dice usted que conoce otros lugares con esta ocultación de ríos? La llamaré así, ya que no es que se sumerjan ni se desplomen por un sumidero.

– Conozco dos. Uno está en el río Corneja, en el límite municipal de Villar de Corneja con la provincia de Salamanca. Hay que dejar el coche y llegar a un maravilloso puente medieval, el Puente Fonseca. Pegado a él están las ruinas de un molino, del que sale una vereda paralela al río, por lo alto. Como a medio kilometro se da este fenómeno, que no se ve desde la vereda… Hay que bajar entre las peñas para darse cuenta de ello…

– ¿Y cómo lo descubrió?

– ¡Hombre! Yo supongo que antes que yo lo habrá visto más gente… Intuición, experiencia y… algún conocimiento de la geología, por supuesto. La salida del agua es tumultuosa y se remansa en una poza. La entrada no la he visto.

Molino Harinero, en el río Sangusín (Horcajo de Montemayor, Salamanca).
Molino Harinero, en el río Sangusín (Horcajo de Montemayor, Salamanca).

– ¿Y otro sitio?

– Está en Horcajo de Montemayor, en el llamado «Molino Harinero». Han utilizado el recinto como un museo etnográfico que se puede visitar. Pegado a él hay un caminito con pasarela que pasa por encima de los bloques que ocultan el río Sangusín. Es el más pequeño de los tres tramos de ríos ocultos que conozco. Tiene sólo unos veinte metros… Pero me da la impresión de que éste no es un caso de ocultación; que cuando el Sangusín marcha pleno, el agua debe marchar impetuoso sobre, o entre, las piedras caballeras y no debajo de ellas, como en los casos anteriores.

«Hace poco me dijo mi hijo que conoce otro caso de río que se oculta en la provincia de Cáceres, también entre piedras caballeras. Se trata del río Ambroz en su desembocadura en el embalse de Gabriel y Galán. Dice que ha visto que cuando va muy crecido la presión hace que el agua salga hacia arriba, burbujeante entre los bloques…

– Muy interesante. Veo que conoce usted muchas maravillas naturales…

– Pues sí. Y sin tener que llegar al otro lado del mundo. ¡Claro que no son tan espectaculares como el Cañón del Colorado! Pero tienen el encanto de que son nuestras y, sobre todo, que no van masas ingentes de turistas a verlo. Sólo en la soledad y el silencio llegas a apreciar esas maravillas…

– Ya me contará mañana sus experiencias por estas tierras…

– Vale. ¡Hasta mañana!

10 comentarios en «Ríos que se ocultan»

  1. Muy interesante tu historia de hoy Emiliano. Despierta la curiosidad por estos ríos que se esconden. Anda que el experimento de Don Eduardo Hernández Pacheco tampoco se queda corto. ¿Cuántos kilos de violeta de genciana gastó en su experimento?

    Gracias por compartir tus conocimientos y por indicarnos estos sitios tan interesantes para posibles excursiones.

    Un abrazo y hasta pronto,

    Emilio

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    • Siempre tuve ganas de contar esa experiencia subterránea tan poco conocida. Sé de otros lugares en los que el agua corre entre piedras caballeras. Puede que esa fascinación tenga su origen en mi infancia, cuando acompañaba a mis primas a llevar la comida a mi tío, allá por las agrestes tierras de Gredos… Ya os contaré

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  2. Intetesante lo que nos cuentas,sigue con tus clases magistrales,me encantan.Sé que disfrutas impartiéndolas…Un abrazo.

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  3. Gracias amigo por tus lecciones.
    A uno le dan ganas de agarrar aperos e irse a explorara los entresijos de las piedras caballeras y a escuchar los murmullos y gritos de las aguas forzadas por estrechas grietas…

    Un abrazo,

    David

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  4. Veo que no conoces, también en Salamanca otro río que se oculta bajo las piedras durante un buen tramo.
    El Agueda a su paso por Castillejo de Martin Viejo, en la finca de Aldeanueva. El lugar es conocido por el nombre de Las Espundias.

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    • Pues no. No lo conocía. Muchas gracias por la información. Cuando me sea posible, iré a verlo. Supongo que también se habrá formado por acumulación de piedras caballeras, pero me gustaría comprobarlo.
      Y esto me hace recordar, ahora, otro ejemplo que sí conozco. Es muy famoso. El cauce del Valle del Silencio, que calló ocultándose para que San Genadio pudiese orar tranquilamente, allá en su cueva de las agrestes tierras del Bierzo.
      Un abrazo, mi desconocido amigo

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  5. Amigo Emiliano, leyendo sus crónicas aprendo cada día cosas super interesantes. Siempre me encanto el agua de los Ríos y de niña me gustaba bloquear su corriente dirigiendo su cauce para otro lado ,un pequeño desvío que yo imaginaba sería grande , cosas de niña, ,pero el caso es que sus explicaciones me llenan el alma.
    Francisca Corbalán M

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    • ¡Cuanto lo celebro, querida amiga! Yo también hacía eso cuando era niño. ¡El agua! ¡Siempre fuente de vida y de inspiración, alegría del sentir, frescor en nuestra boca, alimento del espíritu…! Su sonido invade el alma y la aquieta… Cuando se oculta, quieres penetrar con ella en la oscuridad, para descubrir su secreto… Cuando reaparece, lo hace siempre triunfante, calmada, produciendo un suave remanso… Paz…
      Un abrazo muy fuerte

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