[dropcap]C[/dropcap]armen Martín Gaite tenía muchos recuerdos de su infancia en Salamanca. Vivió con sus padres en la plaza de los Bandos. Le concedimos también la Medalla de Oro de la ciudad por las muchas referencias a Salamanca en sus novelas, sobre todo Entre Visillos. Mantuve una buena amistad con ella y con su hermana. Fue un error que la ciudad no crease una casa- museo para exponer sus pertenencias y escritos. Cuando murió yo había dejado de ser alcalde de Salamanca, y aunque intervine para que se adquiriese por la Junta de Castilla y León su legado y se expusiese en nuestra ciudad, mis propuestas no fueron escuchadas.
Carmen Martín Gaite y Gonzalo Torrente Ballester fueron prestigiosos escritores del siglo xx. Mantuvieron en pie el prestigio de Salamanca en la literatura española. Desde El Lazarillo y La Celestina pasando por la mayoría de los escritores del Siglo de Oro, Salamanca ha estado presente en la literatura española en el cuadro de honor. Gonzalo y Carmiña rematan ese camino de laurel literario, mereciendo un lugar en el Olimpo de las letras.
Salamanca aportó en el siglo xx dos presidentes de la Real Academia Española, dos personajes que sacaron a la institución de su letargo y la hicieron presente en la vida científica y literaria española. Fernando Lázaro Carreter y Víctor García de la Concha, catedráticos de la Universidad de Salamanca, apostaron por abrir las ventanas de la Docta Casa para que entrara el aire fresco de la modernidad. Mantuve varias conversaciones con Lázaro. Se interesaba por mi profesión, la patología del lenguaje, e intercambié con él algunas reflexiones al respecto. Todos los estudiantes de bachillerato aprendimos en sus libros las reglas de la gramática. Publicados en la editorial Anaya, nos introdujo con maestría en el comentario de texto. Conversar con él era una delicia. Un día, en una cena en la que compartimos mesa, me dijo que se consideraba una persona con suerte, se había ganado la vida explicando lengua española.
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