[dropcap]E[/dropcap]l ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, acaba de anunciar una rebaja fiscal de gran calado, aunque insuficiente para compensar las subidas que aplicó nada más llegar al Gobierno, después de pasarse la campaña electoral prometiendo una bajada de impuestos.
La subida fue de golpe, pero seguro que lo hizo pensando en nuestro bien, porque ya se sabe que los malos tragos cuanto antes, mejor.
Ahora, que ya estamos en precampaña de la precampaña electoral, el PP no tiene nada bueno que vender al personal para pasar el cepillo del día de las elecciones.
Y, cómo no, cumplió su promesa de bajar los impuestos, pero a sorbitos. Un poquito antes de votar y otro, después. Luego ya habrá tiempo de volver a subirlos.
El Gobierno se ha visto tan apremiado que ha improvisado una rebaja de impuestos que parece sólo ha gustado a las empresas y a los directivos del Ibex que cobran más de lo que se merecen, fijo.
Para el resto, migajas y un galimatías para que no entiendan nada y se queden con la cantinela de que hemos bajado los impuestos. Y eso si no nos crea más problemas.
En Europa ya han retorcido el colmillo, porque le estaban pidiendo precisamente lo contrario, que nos diera otra vuelta de tuerca, porque parece que aún no hemos recibido suficiente castigo. Que nos subiera el IVA otro poquito.
Entre que la bajada ha sido un brindis al sol y el rebote de la Comisión Europea, yo ya empiezo a tentarme la ropa. A ver por dónde nos salen estas rebajas de verano anticipadas de Montoro. A ver dónde mete las tijeras para que no aumente el déficit y podamos cumplir con los requisitos que nos marcó la UE cuando fuimos al monte de piedad de Bruselas para rescatar a la banca a costa de nuestras pensiones, prestaciones sanitarias, por desempleo, la educación, la investigación, la inversión pública,…
Estos regateos podían evitarse si la lucha contra el fraude fiscal (el grande también, el de quienes puieden defraudar cantidades importantes) funcionara.
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