[dropcap]U[/dropcap]na paciente me dijo hace unos días: «Doctora, cuando vea a mi marido, llámeme a mí también porque entre él y yo hacemos uno».
¡Vaya frase…! Me hizo reflexionar. Eran dos ancianos octogenarios. Su hijo no había podido acompañarlos a la consulta y venían solos. Tenían muy buen aspecto, sin deterioro cognitivo e independientes para las actividades de su día a día. Aún así, «entre los dos hacían uno».
La edad lleva asociadas al menos tres consecuencias: la discapacidad, el envejecimiento y la pluripatología.
Entre los pacientes mayores de 80 años de edad el 63 % presentan alguna discapacidad, el 30 % tienen dificultad para desplazarse y el 30 % necesitan ayuda para cuidar de sí mismos.
Como son tan mayores tienen enfermedades, no una sino varias, por las que necesitan de los servicios sanitarios constantemente, aunque sólo sea para ir a pedir recetas. Su ir y venir por los servicios de urgencia, el médico de Atención Primaria, la consulta con la enfermera, el especialista hospitalario… es una constante en sus vidas. Lo llevan además, con una paciencia infinita y tratan al personal sanitario siempre con educación y con respeto. Escuchan lo que les dices y son cumplidores estrictos del tratamiento porque quieren ponerse mejor.
Dentro de 20 años en nuestro país el 25% de la población tendrá más de 65 años. ¿Estaremos preparados para estar a su altura, para atender sus necesidades sociosanitarias, para dar solución a sus problemas de dependencia, para acompañarles en su periplo sanitario, para compartir decisiones al final de la vida…?. Hagámonos estas preguntas y si no podemos contestar sí, pongámonos manos a la obra. Ellos lo merecen.
Gloria Alonso Claudio.
ADSP. Salamanca.