El malestar por las terrazas con música y la suciedad que se acumula por los envases que colman papeleras o directamente se arrojan al suelo en el campus ha vuelto a suscitar protestas.
«Lejos de ser un campus de excelencia, vamos encaminados a crear un campus lleno de basura e ilegalidades», explica uno de los afectados.
«Se está permitiendo por toda la universidad que el campus de Unamuno se convierta en un agujero de suciedad física y mental. Algunos miembros de la comunidad ya nos hemos quejado enérgicamente, pero ante la falta de actuación, reclamamos acciones por parte de otras administraciones para imponer las sanciones que correspondan», prosigue.
Considera que amparados en la autonomía universitaria «no se puede permitir ni un minuto más» que haya música ambiental en terrazas por encima del umbral legal «convirtiendo al campus en una fiesta permanente», así como que haya «negocios ilegales que bajo la denominación de tienda actúan como bar-restaurante y que dejan el campus lleno de basura de la que no sólo no se hacen cargo, sino que provocan que la empresa que realiza el cuidado de jardines deba recoger dicha basura. Es un ejemplo de competencia desleal frente a los otros establecimientos de hostelería que, cada día, barren y limpian la basura que generan sus terrazas».
Por último, reclaman el fin de la venta de alcohol de alta graduación en áreas educativas.
«No solo estamos obligados a dar clase de derecho civil, mercantil, administrativo o penal durante 2 ó 4 horas a la semana. Además, debemos dar ejemplo de su cumplimiento. Los estudiantes están más tiempo viendo la ilegalidad que aprendiendo de su cumplimiento. Estamos generando futuros indolentes ante la ilegalidad o, yendo más allá, futuros corruptos», concluye.
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Y lo que no es Campus también está al servicio del futuro sistema de gobierno: idiocracia.