– ¿Conoce usted Fuentesaúco?
– ¡Cómo no! ¡Tierra de exquisitos garbanzos y espárragos!
– ¡Y buen queso! ¡Sí, señor!
– Conozco muy bien esa zona porque estudié su geología, hace muchos años…
– Entonces sabrá que muy cerca de Fuentesaúco, en Villaescusa, se permitió durante siglos el culto en una capilla protestante. ¿Lo sabía?
– Sí. Eso me dijeron hace mucho tiempo. Pero yo no creo que sea tan antigua. Me resulta difícil imaginar que en los siglos XVI o XVII, con la gran intolerancia de entonces, hubiese algo así. No. No me entra en la cabeza.
– Y entonces ¿qué opina usted?
-Pues pienso que es más propio del siglo XIX, en que hubo una mayor permisividad a que algunos misioneros británicos recorriesen España regalando sus Biblias y tratando de catequizar…
– Sí. Puede que tenga usted razón. Lo extraño es que sea éste el único lugar en que fructificó. En cualquier caso, habrá algo escrito al respecto. ¿No cree?
Seguro que sí. ¿Y no conoce otras cosas de Villaescusa?
– Pues no. ¿Usted síi?
– Sí. En las afueras, al lado del cementerio, como a uno o dos kilómetros, está la ermita de Nuestra Señora del Olmo, lugar de paz y sosiego, con una fuente y buenas sombras, donde descansé y comí mi bocadillo en un día de duro trabajo y calor, allá por el año 78…
– ¿Y cómo es?
– Cuando yo la vi, no destacaba de otras de poblaciones similares. Y como en todas, estaba en un lugar de lo más apacible… Pero para mí aquella ermita tenía dos cosas que la hacían especial. Una, las piedras de sillería con que estaba construida, una arenisca de múltiples hiladas de tonalidades alternativamente rojizas o pardo-amarillentas, formando como aguas que se entrecruzan. Son similares a las que yo llamé «de Aldearrubia». Se podían correlacionar y datar en la parte final del Eoceno medio, o al comienzo del Eoceno superior. Seguramente procedían de unas canteras que había en las cercanías de Fuentesaúco, donde mi buen amigo Ángel Corrochano encontró 4 placas de quelonios pelomedúsidos. Varios años después aparecieron cerca nuevos fósiles que corroboraron esa edad. Todos se conservan, por supuesto, en la Sala de las Tortugas de Salamanca.
– ¿Y la segunda cosa?
– Pues es su advocación a la Virgen del Olmo. ¿Y por qué? Pues es por el apellido de mi esposa, que es del Olmo… Podía haber pertenecido al Club de los Vegetales Animados. ¿Sabe qué es eso?
– Pues no…
– No sé si hoy continuaran reuniéndose. Son un grupo de personas con mucho humor, cuyo único requisito es tener nombre o apellido de algún vegetal; Rosa, Jazmín, Azucena, Olmo, Manzano… Bueno, pues volviendo a hablar de Villaescusa, es el caso que al cabo de algunos años, un domingo de mayo o junio, propuse ir a pasar la tarde a aquella «su» ermita. ¡Y allá nos fuimos Pili y yo! ¡¡¡Sorpresa!!! ¡Dio la casualidad de que aquel día se celebraba su romería!
«La gente estaba disfrutando la fiesta, tan entrañable y acogedora como todas las que con tal motivo se celebran en mi España. Nos invitaron a tomar algo y a beber un traguito de buen vino, como es costumbre en estas tierras zamoranas. Y entramos en el interior de la ermita. Había un cuadro donde se representaba el milagro que allí ocurrió: dos hombres se estaban acuchillando, cuando, sobre un olmo, se les apareció la Virgen. Sobrecogidos, se abrazaron y decidieron construir allí mismo una capilla. Esta es la Historia, o Leyenda…
«Llego el momento de partir de allí. Pero al llegar al coche, un querido R-12 que por entonces era «mi borriquilla», vi que me había dejado las llaves puestas y las puertas cerradas. Después de varios intentos fallidos con las de los romeros que allí estaban, alguien me dijo que en una de las primeras casas del pueblo vivía un vecino que también tenía un R-12.
«Me acerqué a aquella casa y no hubo problema en dejarme sus llaves. De vuelta intente abrir la puerta de mi coche. ¡Ni siquiera entraba en la cerradura!
«Medio en serio, medio en broma, les dije a los romeros que rezásemos a la Virgen del Olmo. ¡No lo creerá, pero inmediatamente, la LLAVE ENTRÓ Y LA PUERTA SE ABRIÓ!
– ¡No me diga!
– ¡Que sí! ¡Que sí! Los que estaban allí lo vieron. Todos lo tomamos a broma, pero así ocurrió. ¿No dicen que rezando a san Antonio te ayuda a encontrar el objeto perdido? ¡Pues eso! Créalo o no lo crea. Yo se lo cuento como me ocurrió. No le miento…
– ¡Serían los nervios…!
– ¡Puede…!
4 comentarios en «Villaescusa»
Querido Emiliano,
Hoy juegas con las cartas descubiertas. Uno de tus personajes eres tu mismo. Tu incapacidad para mentir es una carga a la hora de escribir pero una ayuda inestimable para hacerte inimitable. Unico en estos tiempos. Con admiracion,
Emilio
Tienes razón, amigo mío. No podía hacer otra cosa que personificarme en A. Ahora la duda está en saber quién es B.
Un fuerte abrazo, casitocayo mío.
Buenos día Emiliano, hace poco que nos conocemos pero, ya espero los lunes para leer tu blog.
He leído algún comentario diciendo que les traen recuerdos, bueno, a mí también me pasa, he recordado vivencias de niña en el pueblo.
Gracias por todo ello.
M. Ángeles
De eso se trata, querida amiga. De hacer que el lector, al sentir vivo lo que lee, recuerde cosas parecidas de su vida, escondidas en el fondo de su alma. ¡Como está lo que escribo dentro de la mía! Gracias por ser tan asidua lectora mía.
Un fuerte abrazo