[dropcap]L[/dropcap]as orgullosas legiones romanas se habían detenido al llegar a aquel río. Corría el rumor, que no se sabe donde nació, de que aquellas aguas eran como las del mitológico Lete. ¡Quien lo cruzase, al llegar a la otra orilla habría perdido la memoria!
¡El terrible río Lete, pesadilla de sus noches insomnes, que dejaría sus mentes vacías y sus cuerpos convertidos en plantas insensibles! ¿Quién era el valiente que se atreviese a mojar su pie en aquellas aguas?
Pero había entre aquellos aguerridos legionarios un auténtico Romano, su centurión, princeps, Décimo Junio Bruto, hombre duro, enérgico con sus soldados, pero justo, logrando por ello su respeto.
Sabía de sus miedos, que él compartía. ¡Cómo no! ¡Perder la memoria! ¡Aletargarse! Pero era un Romano, de la estirpe de los Bruto, y tenía que dar ejemplo a sus hombres. De no hacerlo, sus antepasados se lo recriminarían.
Cogió el Estandarte y cruzó el río. Ya estaba en la otra orilla. Desde allí llamó a sus legionarios por su nombre…
La Legión pasó aquel río, que él demostró que no era el Lete. Y una vez al otro lado, los legionarios aclamaron y golpearon sus escudos en honor a su valiente General, al que, desde entonces, apodaron Galaico.
Aquellos hombres conquistaron aquellas tierras, que llegaban hasta el Finis Terrae, y nos regalaron su idioma. Hoy allí se habla gallego y castellano, ambas lenguas hijas de Roma.
Aquel río que, al ser atravesado, convirtió a Galicia en tierra latina, hoy se llama Limia, en Portugal Lima, y el lugar donde ocurrió aquella hazaña, Ginzo.
¿Dónde está hoy el río Lete? ¿Dónde? ¡Está en todas partes! ¡Delante de todos! ¡Apenas hay familias que no lo tengan ante sí!
¡Muchos lo han cruzado y muchísimos más lo están haciendo, entre ellos mi querida esposa! El problema es que una vez han metido los pies en su agua, ya no pueden volver. No se sabe cómo dar un paso atrás… No atienden las voces que, desesperados, les damos desde esta orilla donde estamos, porque aunque oigan, no entienden lo que les decimos, prisioneros de su mente enferma…
¿Qué podemos hacer? ¡Nada! ¡Estar con ellos, nada más! ¡Y nada menos…!
¿Serviría levantar un muro en nuestra orilla, para que nadie pueda llegar a mojarse? ¿O hacer un puente…? Habrá que esperar la llegada de un nuevo Décimo Junio Bruto que encuentre la solución a este tan terrible mal, auténtica plaga del siglo XXI, cada día más extendida. ¡Alzhéimer! ¡Así se llama hoy al río Lete!
No cabe duda de que algún día llegará ese deseado Centurión. ¿No vino un Pasteur, un Fleming, y tantos y tantos benefactores de la Humanidad? ¿Dónde estás, Centurión? ¡Llega pronto con tus legiones! Prívanos de esa grandísima angustia al ver como nuestro ser amado deja de conocernos, dejando en nosotros un vacío que no sabemos cómo llenar. ¡Digo mal, pues nuestro recipiente no se va vaciando; todo lo contrario, cada día está más repleto del gran AMOR por aquellos que están atravesando su río Lete, camino de la otra orilla!
¡Ven pronto, Décimo Junio Bruto! ¡Te necesitamos!
9 comentarios en «El río Lete»
Precioso, Emiliano. Me has emocionado. Pero los portugueses dicen que Décimo cruzó el Lima por Ponte de Lima o por Viana do Castelo. De hecho, en la Pousada de Santa Luzia, en Viana, tienen un enorme tapiz donde relatan la historia. Pero da igual, el Lete desaparecerá algún día gracias al cariño de personas como tú. Enhorabuena.
Es natural que los portugueses digan que el suceso fue por su tierra. El tapiz que dices es el que figura en mi relato, y tienen delante del puente una estatua del Centurión a caballo. Pero tienes razón, lo importante es la gesta. ¿Cuándo desaparecerá nuestro Lete? ¡Sólo Dios lo sabe!
Un abrazo a todos
Gracias Emiliano por darnos noticias de Pili y por tu aceptación y ejemplo
Marcelino
De nada, querido Marcelino. Con los fríos de los últimos días, Pili recuperó la sonrisa, pero yo me acatarré. ¡Cosas que pasan!
Un abrazo muy fuerte
A mí me ha dejado sin comentario alguno.
Gracias Emiliano por tu humanidad.
Un abrazo.
M. Ángeles
Muchas gracias a ti, M. Ángeles. Me alegra mucho saber que te ha gustado tanto esta «ocurrencia». ¡Es lo que tenemos y lo que debemos tener: ESPERANZA! ¡Y fuerza para tirar de lo que sea!
Un fuerte abrazo
Gracias Emiliano, porque esta historia de alguna manera trae esperanza
a todos los que tenemos familiares que «han cruzado el río Lete», y a
los que no sabemos cómo llegar. Pero llegará el día, como tú bien
dices, en que un nuevo Décimo Junio Bruto, haga posible atravesar el
río y llegar a la otra orilla sin perder la memoria. Ojalá llegue
pronto una cura, un tratamiento efectivo para el mal de Alzheimer.
Gracias por recordarnos que siempre hay personas valientes dispuestas
a arriesgarse y a solucionar los problemas y angustias de los demás,
en esa Esperanza está la humanidad.
Un abrazo
Flori
Muchas gracias, Flori, por esas palabras tuyas, tan alentadoras. ¡Todos estamos rezando para que llegue pronto ese Centurión!
Un abrazo muy fuerte