[dropcap]E[/dropcap]l intento secesionista en Cataluña y la forma de afrontarlo por parte del Gobierno son dos irresponsabilidades que pagarán los catalanes no independentistas y el resto de los españoles.
El independentismo catalán mostraba esta misma cara hace unos años, cuando era una corriente relevante pero no decisiva en Cataluña.
La irresponsabilidad de CiU, el partido de la burguesía catalana, ahora PDeCAT (Partido Demócrata Catalán Europeo), que para justificar sus recortes en plena crisis y luego para tapar su podredumbre corrupta abrazó la cusa secesionista y se alió a braga quitada con Esquerra para ganar las últimas elecciones, colocando la causa soberanista en un camino de no retorno. Quién lo iba a decir. Y en esa deriva, ambos se aliaron con los antisistema de la CUP para cerrar el círculo.
Todos ellos son históricamente incompatibles entre sí ideológicamente, pero han coincidido en un punto de la historia en el que les ha convenido a todos iniciar esta vía de forma temeraria y, a estas horas, ilegal.
Y han aprovechado la irresponsabilidad de un Gobierno central que sabiendo lo que se le venía encima no hizo nada por reconducir la situación.
Partiendo de la base de que los que han roto la baraja son los soberanistas catalanes, ahora en el lado de la ilegalidad, enfrente no han tenido un Gobierno fiable, porque ha optado por permanecer de brazos cruzados y delegando sus funciones en los jueces y fiscales que, a diferencia del Ejecutivo, no le ha dado la espalda al problema.
De nuevo, un problema político se convierte en un asunto judicial para que resuelvan otros.
[pull_quote_left]El encaje en España de los nacionalismos (incluido el español) es una asignatura pendiente desde la transición. Hasta ahora se han ido capeando[/pull_quote_left]Esto por no pensar que al PP también le podía venir bien esta sublevación nacionalista para que se dejara de hablar de sus recortes, del saqueo de las arcas públicas para rescatar a la banca y para tapar su podredumbre corrupta. Y se ha echado a un lado para que los problemas se vayan diluyendo ellos solos, que es la filosofía de la casa, o adoptando dimensiones tan colosales y preocupantes como es el caso, que ya parece estar descontrolado y con unas consecuencias imprevistas.
Un Gobierno que pretendiendo aparentar firmeza, solvencia y erigirse en el defensor de las esencias patrias, ha contribuido con su actitud a que estemos en este estado de estupefacción e incertidumbre sin saber hacia dónde nos dirigimos.
Ahora se monta el circo inevitable que estamos viendo, por ambos lados, pero sin entrar en el fondo del asunto.
Media Cataluña se está viendo presa de la otra independentista cuyos sentimientos han sido convenientemente agitados para alimentar el victimismo nacionalista y unirse en una causa condenada al fracaso de antemano o a desembocar en un conflicto tremendo si nadie pone cordura.
La fractura social en Cataluña ya es una realidad y esa grieta no se cerrará de un día para otro. El distanciamiento entre Cataluña y el Estado español tiene el mismo pronóstico. El odio empieza a ganar terreno. Estamos en manos de unos irresponsables que no saben qué están haciendo y que nos han metido en un lío colosal del que no saben cómo salir.
Y yo me pregunto. ¿Es que nadie sabe cómo encauzar los problemas territoriales en España? El encaje en España de los nacionalismos (incluido el español) es una asignatura pendiente desde la transición. Hasta ahora se han ido capeando cebando a los nacionalistas moderados para dar estabilidad a los gobiernos centrales sin mayoría absoluta. Ahora uno de ellos se tirado al monte. Ya sabemos que hay quienes saben generar tensiones territoriales y envenenarlas (y creer que sacan tajada electoral de ellos), pero ¿saben qué hacer para empezar a buscar soluciones? Me temo que no. Se buscan políticos solventes y responsables.
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